Ibarra-Alcantar MC, Ortiz-Guzmán JA, Alvarado-Cruz FJ, Graciano-Morales H, Jiménez-Genchi A
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 35
Paginas: 317-324
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RESUMEN
De acuerdo con estudios epidemiológicos en México, 18% de los adultos y de 14 a 21% de los adolescentes afirman haber recibido golpes durante su niñez por parte de alguno de sus padres.
Las experiencias de maltrato en la infancia se han asociado con el desarrollo de psicopatología en la edad adulta. Sin embargo, en el caso particular de la depresión mayor, el interés se ha concentrado en la relación existente con la historia de abuso sexual. Uno de los argumentos que se han planteado es que ambas condiciones son más frecuentes en la mujer, mientras que el maltrato físico lo es en hombres.
No obstante, el abuso físico tiene más consecuencias negativas en la salud de las mujeres. Se ha identificado que no existen diferencias significativas entre las mujeres adultas con historia de abuso sexual y aquéllas con antecedente de abuso físico, con respecto a los síntomas físicos y psicológicos que experimentan. Además, la historia de maltrato físico se asocia significativamente con la presencia de depresión sólo en las mujeres. En conjunto, esta información sugiere que el maltrato físico puede cumplir un papel más importante del que se ha pensado en el desarrollo de la depresión.
La experiencia de eventos adversos en la infancia también parece asociarse con el curso y pronóstico del trastorno distímico, aunque la información con respecto a este trastorno es escasa.
Por lo anterior, en el presente trabajo nos propusimos: a) determinar y comparar la frecuencia del maltrato físico en la infancia en mujeres con trastorno depresivo mayor y trastorno distímico en un centro comunitario de salud mental; b) determinar la comorbilidad psiquiátrica asociada con la historia de maltrato físico; y c) comparar la gravedad de la sintomatología depresiva y del riesgo suicida en función de la historia de maltrato físico y el diagnóstico.
Se estudiaron mujeres, de 18 a 65 años de edad, alfabetas, con diagnóstico de trastorno depresivo mayor o trastorno distímico (DSM-IV) y que aceptaran participar otorgando su consentimiento informado por escrito. Las participantes fueron evaluadas con la Mini Entrevista Neuropsiquiátrica y respondieron el Inventario de Depresión de Beck (IDB) y el Índice de Maltrato Físico Infantil (IMFI).
El IMFI es un instrumento autoaplicable que se desarrolló como parte de la investigación. Inicialmente se elaboraron 59 reactivos sobre experiencias de maltrato en la infancia, los cuales fueron clasificados por cuatro jueces clínicos. Cinco reactivos se clasificaron como maltrato físico por tres de los cuatro jueces, por lo que éstos se emplearon para conformar el IMFI. El instrumento mostró propiedades psicométricas satisfactorias: coeficientes de correlación elevados entre los reactivos y la suma total, un alto coeficiente de confiabilidad, y en el análisis factorial produjo un solo componente que explicaba casi 70% de la varianza.
Participaron en la investigación ochenta mujeres, 42 con trastorno depresivo mayor (TDM) y 38 con trastorno distímico (TD).
El 75 y 72%, respectivamente, reportaron una historia positiva de maltrato físico. La intensidad del maltrato experimentado mostró una tendencia a ser significativamente mayor entre las mujeres con TDM (4.88 [DE 4.81]
vs. 3.18 [DE 3.10]; t=1.8, gl 78, p=.07).
Las mujeres con historia de maltrato físico obtuvieron calificaciones significativamente más elevadas en el IDB en comparación con las que no lo habían sufrido. Este resultado fue independiente del diagnóstico. En contraste, el riesgo suicida no varió significativamente en función de la historia de maltrato físico.
Las pacientes con historia de maltrato físico tendieron a presentar un mayor número de trastornos psiquiátricos comórbidos. En este mismo grupo, la gravedad de la sintomatología depresiva se relacionó significativamente con la gravedad del maltrato (r=0.27, p=.03).
Los resultados muestran que aproximadamente tres de cada cuatro mujeres con TDM o TD experimentaron maltrato físico en la infancia. Éste se asocia, además, con una mayor gravedad de los síntomas depresivos y posiblemente con una mayor comorbilidad psiquiátrica.
La elevada proporción de mujeres con TDM o TD con una historia de maltrato contrasta con los datos obtenidos en estudios previos. El origen de la discrepancia puede estar, al menos en parte, en la definición empleada, ya que en este estudio se usó una definición más estricta que incluye el maltrato considerado «leve».
Estos resultados sugieren que se debe investigar sistemáticamente el maltrato físico infantil en las mujeres con TDM o TD y tomarse en cuenta en el plan terapéutico.
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