2023, Número 3
El músculo y el cáncer: una relación bidireccional. Fisiopatología y consecuencias
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 74
Paginas: 136-146
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RESUMEN
El músculo cuenta con interrelaciones muy importantes con otros órganos como el corazón, hígado, cerebro y tejido adiposo. Su desgaste, conocido como sarcopenia, se ha asociado a los diferentes tipos de cáncer durante el tratamiento, lo que condiciona incremento de la toxicidad derivada tanto de la quimioterapia como de la radioterapia. Lo anterior provoca retrasos del tratamiento y ajustes no deseados de las dosis del mismo que impactan negativamente la supervivencia de los pacientes con cáncer. Existe evidencia que sugiere que la sarcopenia persiste aún en la etapa de supervivencia condicionando un impacto negativo en la calidad de vida de los pacientes y en su productividad laboral. Se conocen diferentes mecanismos fisiopatológicos a nivel celular y molecular involucrados en la sarcopenia en el cáncer que muestran cada vez con mayor claridad una relación bidireccional tanto positiva como negativa entre el cáncer y el músculo.ABREVIATURAS:
- ATP = adenosin trifosfato.
- IFN-α = interferón alfa.
- IFN-γ = interferón gamma.
- IL = interleucina.
- LPS = sistema proteosoma-lisosoma.
- ME = músculo-esquelético.
- MEC = matriz extracelular.
- TGF-β = factor de crecimiento transformante-beta.
- TNF-α = factor de necrosis tumoral alfa.
- UNM = unión neuromuscular.
- UPS = sistema ubiquitina-proteosoma.
INTRODUCCIóN
El músculo-esquelético (ME) constituye aproximadamente 40-45% de la masa corporal de los seres humanos y participa de forma relevante en el movimiento, equilibrio, postura, fuerza y la generación de calor. Asimismo, es un reservorio de aminoácidos y sitio de producción de miocinas. Las miocinas son citocinas sintetizadas y liberadas por los miocitos durante la contracción muscular que participan en la regulación autocrina del metabolismo muscular, en la regulación paracrina/endocrina de otros tejidos y órganos, incluido el tejido adiposo, el hígado y el cerebro a través de sus receptores.1 Por lo mismo, el ME mantiene relaciones intrínsecas con la función endocrinológica, neurológica, cardiovascular y pulmonar, consecuentemente su estado óptimo contribuye al buen funcionamiento de todos estos órganos y sistemas.2
El cáncer cursa con diferentes alteraciones sistémicas asociadas a inflamación, resistencia a la insulina, disfunción hepática o renal, así como una marcada pérdida de peso asociada a fatiga y desgaste muscular, que en ocasiones derivan en un estado llamado caquexia. Existe evidencia de la afectación al ME desde antes del desarrollo de la caquexia y es posible que existan mecanismos asociados a la actividad tumoral, que promueven la pérdida de masa muscular desde el inicio de la enfermedad.3,4 Otros estudios mencionan que este desgaste muscular puede persistir por años después de haber concluido el tratamiento de cáncer, ya en la etapa de supervivencia.5 Se conocen diferentes mecanismos a nivel celular y molecular que explican este fenómeno. Algunos de ellos son derivados del tumor, como es el caso de la inflamación crónica, la activación del sistema ubiquitina-proteosoma (UPS), del sistema proteosoma-lisosoma (LPS) y la disfunción mitocondrial.6,7 Otros mecanismos ocurren como consecuencia del tratamiento del cáncer (quimioterapia y radioterapia) y están asociados a la disfunción de la unión neuromuscular (UNM) o bien a las alteraciones en el proceso de regeneración muscular, lo cual tiene una etiología mixta.8 En esta revisión se abordará lo que se conoce hasta el momento sobre los mecanismos previamente mencionados, así como la relación bidireccional de los efectos del cáncer y el desgaste muscular entre sí.
SARCOPENIA EN EL CáNCER
El cáncer cursa por diferentes etapas clínicas que se clasifican de acuerdo al tamaño del tumor, su extensión a los ganglios linfáticos y la presencia de metástasis. El tratamiento se individualiza de acuerdo al diagnóstico y su estadificación, en algunos casos se procede a cirugía, tratamiento con quimioterapia y/o radioterapia, terapia hormonal o inmunoterapia según sea el caso. La siguiente etapa consiste en seguimiento y vigilancia de la recurrencia del cáncer y en el caso de cumplir cinco años sin que ocurra recidiva del mismo se considera que el paciente se encuentra en la etapa de supervivencia.También se ofrecen terapias paliativas incluso si el cáncer no responde a tratamiento curativo con la intención de mejorar la calidad de vida.9 A lo largo de este proceso se pueden dar una serie de complicaciones asociadas como es la sarcopenia. La sarcopenia es un síndrome caracterizado por la reducción progresiva tanto de la masa como de la fuerza muscular, descrita originalmente en asociación al proceso de envejecimiento.10,11 Su principal característica es la falta de fuerza muscular y se confirma por la detección de baja masa muscular y función muscular disminuida.
La sarcopenia se asocia con un mayor riesgo de discapacidad física, menor calidad de vida y progresión de la enfermedad crónica.12 Recientemente, se ha evidenciado la presencia de sarcopenia en otros momentos de la vida, como la juventud e incluso en la niñez.9 En estos casos se encuentra asociada a otras enfermedades agudas o crónicas como diabetes, obesidad o cáncer.13-15 En el cáncer existen múltiples factores asociados al desgaste muscular como son la edad, la inactividad física, la desnutrición, los factores derivados de la actividad del tumor, la quimioterapia y radioterapia, así como los fármacos adicionales que se requieren para tratar las comorbilidades.3
Por otro lado, cada vez surge mayor evidencia de que la sarcopenia persiste aún en la etapa de supervivencia del cáncer, lo que genera impacto en el estado físico, psicosocial y en la capacidad laboral.16,17 Existe un término referido por 70-80% de los pacientes con cáncer avanzado llamado fatiga relacionada con el cáncer, que la Red Nacional Integral del Cáncer define como una "sensación angustiosa, persistente y subjetiva de cansancio o agotamiento físico, emocional o cognitivo relacionado con el cáncer o el tratamiento del cáncer, que no es proporcional a la actividad reciente e interfiere con el funcionamiento habitual".18 Esta fatiga, altamente ligada a la sarcopenia persiste también en la etapa de la supervivencia. La sarcopenia se asocia, además, significativamente con la mortalidad por cáncer,16 y al tratarse de una enfermedad modificable se considera que puede mejorar la enfermedad de estos pacientes y actuar como un factor pronóstico del cáncer.19 Recientemente, se han impulsado estrategias como la orientación nutricional y el ejercicio físico para optimizar la composición corporal e influir favorablemente en la masa muscular y el tejido adiposo como parte del éxito de la terapia integral de pacientes con cáncer.20,21
FISIOPATOLOGíA DE LA SARCOPENIA EN EL CáNCER
Desde el punto de vista fisiopatológico, existen varios mecanismos propuestos que contribuyen al desarrollo del desgaste muscular en los pacientes con cáncer, dentro de los cuales destacan la inactividad debido al reposo en cama, el ambiente sistémico proinflamatorio, la disfunción mitocondrial y alteraciones en el mecanismo de reparación mediado por las células satélite.
Recientemente, se demostró en un modelo animal que se produce una señalización miogénica de supresión dentro de la primera semana de implantación del tumor, si bien el inicio de la pérdida del área transversal muscular se documentó experimentalmente hasta la tercera semana. Esto sugiere que la supresión de la señalización miogénica, relacionada con el desarrollo mismo del cáncer, puede ser uno de los pasos iniciales de la atrofia muscular que se incrementará a lo largo de la evolución de la enfermedad.22
El UPS se encarga de degradar las proteínas a través de un sistema altamente regulado, que está basado en su capacidad para seleccionar proteínas de forma específica para su degradación. Se ha demostrado su activación de forma constante en los modelos preclínicos de caquexia por cáncer, con variaciones en el grado de dicha activación dependiendo del tipo de tumor y el modelo animal estudiado. También se ha observado que se exacerba conforme el cáncer empeora, por lo que se considera que es un factor clave en el desgaste muscular inducido por cáncer.23,24
El LPS también es un sistema de degradación de proteínas no impulsado por ATP (adenosin trifosfato) que se conoce como sistema de autofagia, el cual de forma habitual es necesario para la renovación de los desechos celulares y que es activado por múltiples estímulos, mismo que parece ser activado de forma anormal y excesiva por medio de la inflamación inducida por el cáncer, especialmente en el estado de caquexia.25-27
Como parte de la respuesta inflamatoria sistémica crónica generada por la actividad tumoral, se liberan una seria de citocinas proinflamatorias como son la interleucina (IL)-1, IL-6, factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), el interferón alfa (IFN-α) y el interferón gamma (IFN-γ), ya sea por el tumor o por el sistema inmunitario del huésped en reacción al tumor, lo cual tiene efectos catabólicos que llevan a la pérdida de masa muscular y grasa corporal. Estas citocinas pro inflamatorias activan el eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal, que conduce a la producción de cortisol en las glándulas suprarrenales. La activación, a su vez, del sistema nervioso simpático provoca una producción no regulada de catecolaminas, norepinefrina y epinefrina. Estas hormonas del estrés generan resistencia a la insulina y factores de crecimiento, lo que inhibe el crecimiento muscular.10
Acerca de los mecanismos mitocondriales que puedan estar relacionados con el desgaste muscular, se considera que las alteraciones en la capacidad oxidativa pueden influir negativamente en la calidad y el tamaño del músculo. El estrés en la mitocondria produce una falta en la coordinación de la producción de ATP y la disponibilidad de especies donantes de electrones, lo cual da como resultado un incremento en la generación de radicales libres. La señalización por IL-6 en el contexto del ambiente proinflamatorio, previamente descrito, tiene además la capacidad de interrumpir la remodelación mitocondrial y suprimir la biogénesis mitocondrial en ratones con cáncer.28 En un estudio que analizó las muestras de músculo de mujeres con cáncer de mama se observó un incremento en la expresión de Bax, que es una proteína relacionada con el inicio de la apoptosis, pero no se logró documentar un incremento en el índice caspasa 3/pro-caspasa 3 sugiriendo un posible papel de las mitocondrias principalmente al inicio de la apoptosis a nivel del músculo-esquelético.29
Con relación a la inactividad relacionada con el cáncer y a su tratamiento, se ha mostrado en los modelos experimentales de inactividad física que los periodos largos de descanso inducen una gran disminución en la capacidad de generación de fuerza y potencia de los músculos de las extremidades inferiores.30,31 La falta de actividad física parece estar estrechamente relacionada con la fatiga crónica.
Por último, se encuentran descritas diferentes alteraciones asociadas a cáncer en los mecanismos de reparación muscular. El músculo-esquelético es un tejido que posee una notable capacidad para reemplazar las fibras musculares dañadas o destruidas,32 que depende en gran medida de las contribuciones de las células satélite,33 mismas que son en realidad células madre residentes en tejido que se encuentran en forma quiescente ancladas a la membrana plasma?tica de las miofibras maduras34 y precisan señales de su entorno que les indiquen el momento de salir de tal estado de quiescencia para iniciar la diferenciación de las células satélite vírgenes hacia mioblastos comprometidos y, eventualmente, a miofibras multinucleadas.35 Alrededor de ellas se encuentra el nicho de las células madre, cuyos componentes estructurales forman parte de una matriz extracelular (MEC) expansiva, que contiene las señales bioqui?micas necesarias para la activacio?n de la miogénesis y las etapas subsiguientes de regeneracio?n. Distintos mecanismos fisiopatológicos llevan a una transformacio?n profunda de la estructura y composicio?n de la MEC36,37 que parece estar mediada, en parte al menos, por citocinas proinflamatorias que ya fueron comentadas previamente como son la interleucina-1 beta, la interleucina-6, el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), factor de crecimiento de fibroblastos y factor de crecimiento transformante-beta (TGF-β), las cuales están involucrados en procesos de curación, pero, que al encontrarse en exceso en el cáncer, pueden llevar a un proceso de regeneración muscular alterado y contribuir a la sarcopenia. TGF-β en particular es una citocina multifuncional que actúa sobre múltiples tipos de células que puede promover, bajo ciertas circunstancias, una respuesta aberrante, inhibiendo las respuestas miogénicas y regulando la remodelación de la MEC (Figura 1).38
EFECTOS DEL TRATAMIENTO DEL CáNCER EN EL MúSCULO
EFECTOS DE LA QUIMIOTERAPIA
Se sabe que la quimioterapia tiene efectos directos sobre el músculo, incluida la pérdida de masa magra y la reducción de su función contráctil.39,40 Varios estudios clínicos observacionales han mostrado un empeoramiento de la función física después de la quimioterapia que contribuye al síndrome de fatiga relacionada con el cáncer.41 Estudios recientes han demostrado, claramente, que la quimioterapia por sí misma es suficiente para inducir la atrofia muscular.42,43 Se ha mostrado, en modelos animales, que el uso de Folfiri (un esquema de quimioterapia común de 5-fluoro uracilo, leucovorina y CPT-11) es suficiente para reducir el peso muscular en comparación con los controles no tratados. Consistente con otros estudios previos, los autores determinaron que el desgaste muscular se asoció con una regulación positiva de ERK1/2 y p38 MAPK; asimismo, no se detectaron cambios en la proteólisis dependiente de ubiquitina o en la expresión de miembros de la familia TGFβ, pero se observó una marcada disminución en el contenido mitocondrial, asociado con anomalías a nivel del sarcómero y con un aumento en el número de fibras glucolíticas en el músculo de ratones tratados.44 Otro estudio demostró, que la quimioterapia con cisplatino y doxorrubicina produce una atrofia muscular significativa en ratones, presumiblemente a través de la activación de NFκB que causa la degradación muscular.43 Adicionalmente, la quimioterapia estimula el estrés oxidativo, lo que aumenta las especies reactivas de oxígeno en el músculo. Por otro lado, también indujo el aumento de las proteínas TGF-β, y miostatina, además de orientar el músculo hacia el catabolismo.45,46
Existen estudios clínicos observacionales, principalmente en adultos, que reportan efectos musculares tardíos de fármacos empleados en quimioterapia, que incluyen L-asparaginasa, metotrexato y vincristina, y que se presentan como pérdida de músculo, fuerza o flexibilidad. La L-asparaginasa tiene un efecto inhibitorio sobre la síntesis proteica; mientras que el metotrexato y la vincristina, a través de sus efectos neurotóxicos, pueden contribuir a los efectos tardíos en el músculo a través de una disrupción de la unión neuromuscular.47 Se ha informado una asociación entre la exposición a L-asparaginasa y la presencia de debilidad muscular.5 Además de lo anterior, los mismos autores encontraron que los supervivientes que fueron tratados con una dosis acumulada de metotrexato intratecal (≥ 215 mg/m2), presentaron un mayor riesgo de deterioro de la fuerza, de la eficiencia de la marcha y el rango de movimiento del tobillo en comparación con los que no recibieron metotrexato. En el mismo estudio, la restricción del rango del movimiento del tobillo también se observó asociado a una dosis acumulada de vincristina (≥ 39 mg/m2).5 Esto sugiere que tanto el tipo de quimioterapia como las dosis acumuladas empleadas, pueden contribuir al desarrollo de distintos grados de sarcopenia en los pacientes. Además, indirectamente, la quimioterapia puede causar fatiga, reduciendo la actividad física. Aunado a esto, debido a la rápida renovación de ciertos tejidos, la quimioterapia daña las células del tracto gastrointestinal, lo que ocasiona que los pacientes experimenten diarrea, náuseas, vómitos y mucositis; así una ingesta oral limitada, absorción reducida de nutrientes y pérdida de líquidos. Esta disminución en la ingesta de alimentos se acompaña de cambios en el apetito y el gusto.40 Todo esto, en conjunto, induce un desbalance en el proceso de lesión/regeneración muscular. Todos estos mecanismos son comunes tanto a la población pediátrica como adulta con cáncer.
Existen deficiencias nutricionales asociadas a los factores mencionados previamente. Se ha descrito una deficiencia de hierro en el seguimiento de más de 50 % de los pacientes que cursan con cáncer colorrectal, de pulmón y páncreas.44 Aparentemente, esto se relaciona con que la inflamación crónica dificulta la absorción de hierro de la dieta y esto provoca retención de hierro en las células reticuloendoteliales, al disminuir su biodisponibilidad. Lo anterior lleva a un impacto importante en el músculo debido a que el hierro participa como cofactor para poder generar el ATP que se requiere para la contracción muscular.48 El hierro también regula directamente la biogénesis mitocondrial, además de ser indispensable en la actividad de varias enzimas mitocondriales que están involucradas en el ciclo de los ácidos tricarboxílicos y la cadena de transporte de electrones.48,49
EFECTOS DE LA RADIOTERAPIA
En el caso de la radioterapia, la fisiopatología subyacente aún no está clara. La mayor parte de la evidencia disponible proviene de estudios en animales. Uno de los mecanismos observados fue una reducción de 70% en el número de células satelitales en ratas adultas jóvenes que recibieron ≥ 5 Gy de radiación.50,51 En experimentos de trasplante en músculos sometidos a ablacio?n por radiacio?n, se ha demostrado que las células satélite poseen una alta capacidad de autorrenovacio?n52 y que se dividen en subpoblaciones cuya capacidad de autorrenovarse se ve disminuida como efecto de la radioterapia, lo cual ha sugerido que pudiera estar relacionado con los niveles reducidos de óxido nítrico que se documentaron después de la radiación.51,53 Otros efectos a largo plazo en el desgaste muscular pueden estar mediados por rupturas en el ADN.51 Se sabe que en respuesta a la radiación se activan los procesos de apoptosis y autofagia adicional a la proliferación y activación de las células satélite, lo cual se demostró a través de un modelo animal con fibrosis inducida por radioterapia.4,21,54
En lo que se refiere a lo observado en estudios clínicos, se sabe que 80% de los pacientes que habían cursado con sarcomas en la niñez en una edad que oscilaba entre los tres, cinco y 10 años de edad continuaban mostrando aún atrofia del músculo y del tejido blando todavía a una mediana de 20 años después de la exposición a radioterapia para el tratamiento del cáncer, lo cual sugiere que el efecto de la radioterapia en el músculo continúa aún en la supervivencia.55
EFECTOS DEL TRATAMIENTO PALIATIVO Y OTROS TRATAMIENTOS
Los esteroides también se administran con frecuencia durante el tratamiento de los tumores de órganos sólidos, lo cual puede causar degradación de las proteínas musculares a través de los sistemas de señalización apoptótica mediada por mitocondrias y Fas, junto con complejo ubiquitina-proteosoma.31,56,57 Por otro lado, al disminuir la producción de IGF-1 y al aumentar la producción de miostatina, los esteroides inhiben la activación de las células satélite e inhiben la proliferación y diferenciación de los mioblastos lo que causa atrofia muscular.28,29,31
Aproximadamente 70% de los pacientes de cáncer requerirán en algún momento de cuidados paliativos. Asimismo, en el caso de cáncer terminal es el único tratamiento que es factible ofrecer porque mejora el dolor, la astenia, la anorexia, la caquexia y los trastornos psicológicos con el objetivo de mejorar la calidad de vida.58 Se ha demostrado que en los pacientes con diferentes tipos de cáncer gastrointestinal que reciben cuidados paliativos, el desgaste muscular se comporta como un factor pronóstico negativo, con un predominio en el sexo masculino.59 El dolor es uno de los síntomas más difíciles de tratar durante la etapa paliativa del cáncer. Se ha demostrado, a su vez, que el grado de sarcopenia y de dolor se encuentran asociados en diferentes poblaciones estudiadas como son las de enfermedades músculo-esqueléticas o en personas de edad avanzada.59
Para el tratamiento del dolor en cáncer se utilizan inicialmente opioides débiles que se escalan posteriormente a opioides potentes (morfina, metadona, buprenorfina o fentanilo) así como neuromoduladores (pregabalina, carbamazepina) y antidepresivos (tricíclicos o duales). En el tratamiento con opioides, se conoce que la sarcopenia en sí misma incrementa el riesgo del uso de opioides por largo tiempo posterior a tratamientos quirúrgicos. Lo anterior contribuye a las dificultades para el control del dolor especialmente en pacientes con caquexia.58,59
Recientemente se ha empleado también el uso de cannabinoides (CBD) en tratamiento paliativo del cáncer.60 Se han realizado estudios en investigación en ratones con respecto a la expresión diferencial de los receptores de cannabinoides CB1 y CB2 y ha destacado que la expresión de CB2 mejora con el ejercicio al promover la capacidad regenerativa del músculo mediada por Pax7 y MyoD, lo cual alienta a explorar el CBD en el tratamiento de la sarcopenia en este grupo de pacientes.61
IMPACTO DE LA SARCOPENIA DURANTE EL TRATAMIENTO DEL CáNCER
La baja masa muscular, común en diferentes etapas del cáncer, es un predictor independiente de mala función física, menor calidad de vida, complicaciones quirúrgicas, progresión de la enfermedad y reducción de la supervivencia.4,62
Una de las principales hipótesis de esta asociación con un menor grado de supervivencia es la propensión a la toxicidad en otros órganos y sistemas (renal, cardiovascular, gastrointestinal, etcétera) inducida por quimioterapia en pacientes con sarcopenia. En el contexto de la atrofia muscular, la medida tradicional de cálculo de la dosis basado en la superficie corporal posiblemente sobreestima la masa magra general y conduzca a una mayor toxicidad.55
En un estudio realizado en el 2009, se encontró que la sarcopenia fue un predictor de toxicidad de la capecitabina en el cáncer de mama metastásico. Así, 50% de las pacientes que presentaron sarcopenia sufrieron toxicidad, en comparación con sólo 20% en pacientes no sarcopénicas.10 Del mismo modo, en otro estudio, en el 2015, se observó que de entre los pacientes con sarcoma tratados con quimioterapia basada en doxorrubicina, los pacientes que cursaban con mayor grado de sarcopenia experimentaron una toxicidad grave más aguda; más toxicidad hematológica de grado 4 y más neutropenia febril.55 Esta observación también se ha corroborado en cáncer de colon metastásico y cáncer de pulmón en adultos.9
IMPACTO DE LA SARCOPENIA EN LA SUPERVIVENCIA DEL CáNCER
En los supervivientes de cáncer se conoce que la sarcopenia se asocia a limitación funcional, discapacidad física, mala calidad de vida y un incremento como tal de la mortalidad. Se ha reportado también la asociación del síndrome metabólico con hiperlipidemia y resistencia a la insulina con la presencia de sarcopenia en los pacientes supervivientes de cáncer. Además de ello, la sarcopenia en la supervivencia se asocia de forma independiente a un mayor riesgo cardiovascular y de evento vascular cerebral.63
Al persistir este desgaste muscular, muchas veces de forma severa, se generan muchos impactos secundarios en el estado físico, psicosocial y en la capacidad laboral, llevando en conjunto a una mala calidad de vida.64,65
En el caso de los pacientes pediátricos con cáncer, si bien tienen mayores índices de supervivencia que los adultos, experimentan múltiples secuelas en la etapa de supervivencia, dentro de las cuales se encuentran alteraciones renales, cardiovasculares, metabólicas y músculo-esqueléticas, las cuales impactan de forma notable su integración a la sociedad y su desempeño académico y laboral en la etapa de la juventud.62,66 Las estimaciones de prevalencia de sarcopenia oscilan entre 16 y 23% entre los supervivientes de cáncer en la infancia.67 Aunque la fatiga relacionada con el cáncer, principalmente en niños y adolescentes, ciertamente mejora con el tiempo, en un subconjunto de supervivientes de cáncer, la fatiga y los bajos niveles de actividad continúan persistiendo años después del tratamiento.68,69 En el caso de los supervivientes de tumores sólidos en la infancia, los efectos tardíos musculares son más comunes en el caso de los tumores de Wilms y el neuroblastoma, lo cual se deriva en gran parte de la necesidad de haber requerido dosis altas de radiación (> 30 Gy) en la infancia temprana.70,71
DIFERENCIAS DE ACUERDO AL SEXO
La evidencia científica sugiere que un tipo de desgaste muscular que se presenta en cáncer avanzado denominado caquexia ocurre de manera diferente en los modelos femeninos con respecto a los masculinos. Se descubrió recientemente que la caquexia en ratones Min hembra no depende de la IL-6, a diferencia de lo que se había observado por años en el modelo macho.72 Además, las hembras con arresto de los ciclos menstruales exhiben pérdida de peso corporal y muscular durante el cáncer, mientras que las hembras con ciclos menstruales funcionales mantienen el peso corporal y tienen una carga tumoral reducida.73 Se han encontrado mejores resultados en el tamaño del músculo al aumentar el contenido de las mitocondrias en ratones macho, pero no así en los ratones hembra.74 Por otro lado, desde el punto de vista clínico, las mujeres aparentemente presentan menor grado de pérdida corporal y muscular en comparación con los hombres, y la evidencia orienta a que su organismo responde en forma distinta frente a los tumores. Con base en lo anterior, es importante realizar más estudios en lo que se incluya ambos sexos en los estudios tanto clínicos como preclínicos.
CONCLUSIONES
Se ha subestimado la necesidad de mantener un estado óptimo del tejido muscular; sin embargo, este aspecto ha adquirido cada vez mayor relevancia por la creciente evidencia científica en lo que se refiere a sus implicaciones en la salud a nivel metabólico, endocrinológico, gastrointestinal y neurológico. La sarcopenia se ha asociado a enfermedades devastadoras como el cáncer e incluso se ha reconocido ya recientemente como un factor pronóstico relacionado con la mortalidad en estos pacientes. Uno de los mecanismos más importantes relacionados con este fenómeno se estima que tiene que ver con el incremento de la toxicidad relacionada con la quimioterapia a diferentes niveles, lo cual obliga a los oncólogos a modificar los esquemas y las dosis de tratamiento, situación que eleva el índice de fallas de respuesta al mismo, elevando así el riesgo de muerte asociada a cáncer. Por otro lado, es esta relación bidireccional, es decir, el efecto que a su vez tiene el músculo sobre los demás órganos y sistemas lo que abre la puerta para mejorar el pronóstico del cáncer a través de mejorar la salud muscular. El equilibrio que se requiere para mantener la homeostasis muscular queda al descubierto con la información disponible de los mecanismos celulares y moleculares conocidos asociados al proceso de desgaste muscular, pues existen múltiples fenómenos inflamatorios, energéticos y metabólicos relacionados entre sí que pueden actuar hasta cierto punto a favor de la regeneración muscular o bien comenzar a actuar en detrimento del mismo al favorecer el desgaste, todo esto en respuesta a cambios que ocurren en el microambiente del tejido muscular. Es importante investigar más al respecto para poder contextualizar dicho conocimiento y lograr establecer intervenciones terapéuticas efectivas.
REFERENCIAS (EN ESTE ARTÍCULO)
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AFILIACIONES
1 Servicio de Neuropediatría, Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Programa de Maestría en Ciencias de la Salud, Escuela Superior de Medicina, Instituto Politécnico Nacional. Ciudad de México, México.
2 Unidad de Investigación en Obesidad, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Subdirección de Investigación Clínica, Dirección de Investigación, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición "Salvador Zubirán". Ciudad de México, México.
3 Seccio?n de Estudios de Postgrado e Investigación, Escuela Superior de Medicina, Instituto Politécnico Nacional. Subdirección de Enseñanza e Investigación, Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Ciudad de México, México.
CORRESPONDENCIA
Dra. Lluvia Itzel León-Reyes. E-mail: lluviaitzel@gmail.comRecibido: 15 de Junio de 2023. Aceptado: 23 de Agosto de 2023