2023, Número 3
Uso de cubrebocas en pacientes con parálisis facial periférica idiopática: ¿un enmascaramiento socialmente positivo en tiempos de COVID-19?
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 16
Paginas: 129-135
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RESUMEN
Introducción: los diversos impactos psicológicos, de interacción social y calidad de vida en los pacientes con parálisis facial periférica idiopática (PFPI) se estudian desde 1990. Existen reportes sobre la generación de estrés, angustia, ansiedad, depresión y baja autoestima enfrentados como una discapacidad social. Objetivo: evaluar el efecto socialmente positivo del uso del cubrebocas por la pandemia de COVID-19 en pacientes con parálisis facial periférica idiopática. Material y métodos: ciento doce pacientes que en 2015 participaron en un estudio de asimetría facial angular utilizando fotogrametría (House-Brackmann o H-B como referencia). Se formaron dos grupos: grupo A (n = 66) reclutados en 2015-2016 (prepandemia de COVID-19) y grupo B (n = 46) reclutados en 2020-2021 (durante la pandemia). Grupo B con uso obligatorio de cubrebocas. PFPI menor a tres meses de evolución. Se aplicó t de Student para las comparaciones, Shapiro-Wilk para normalidad. Análisis de varianza de dos factores (grupo*H-B) para comparar el desempeño en cada esfera del índice de funcionalidad (física y social), p < 0.05. Resultados: los grupos fueron comparables en edad (p = 0.31), distribución por sexo (p = 0.11), grados funcionales en la escala H-B (p = 0.74) y tiempo de evolución de la PFPI (p = 0.06). En la función social, los resultados fueron inversos: los casos de disfunción severa del grupo B (durante la pandemia) tuvo una media de funcionalidad social más alta que la del grupo A (p = 0.05). En los casos de disfunción leve/moderada las medias de función social fueron muy semejantes (p = 0.80). Conclusiones: el uso cotidiano del cubrebocas en pacientes con PFPI podría tener un impacto positivo en la evolución clínica al reducir el estrés y elevar su calidad de vida.INTRODUCCIóN
Las esferas psicológica, de interacción social y calidad de vida de los pacientes con parálisis facial periférica de cualquier etiología empezaron a ser estudiadas ampliamente a nivel internacional al menos desde la década de 1990.1 Hay cada vez más reportes de que la parálisis facial produce estrés, angustia, ansiedad, depresión y baja autoestima.2 De hecho, como refiere Díaz-Aristizabal, para enfrentar lo que puede llamarse propiamente una discapacidad social, los pacientes recurren a diversas estrategias como el disimulo, el ocultamiento, el enmascaramiento e incluso el enclaustramiento para sobrellevar su enfermedad. Sin embargo, estos pacientes suelen caer en un círculo vicioso, ya que el enclaustramiento, al reducir sus interacciones sociales, incrementa el estrés y deteriora su calidad de vida; a la vez, los efectos psicológicos y sociales estresantes de la parálisis facial,3 sobre todo en los casos idiopáticos (PFPI), empeoran el cuadro clínico,4 incrementan la asimetría y la funcionalidad facial5 e interfieren en el tratamiento y la recuperación,6 aumentando el riesgo de recurrencias,7 así como el de padecer trastornos neuropsiquiátricos, cardiovasculares y endócrinos.8 La epidemia del COVID-19 cambió el atractivo y la salubridad percibidos al ver rostros con y sin cubrebocas, impactando de forma temporal en la percepción del atractivo facial.9 Durante la pandemia de COVID-19 nos percatamos de que los pacientes con PFPI mostraban cambios positivos en sus interacciones sociales, lo cual nos indujo a pensar si el uso cotidiano y obligatorio de cubrebocas estaba incidiendo en su discapacidad; debido a ello nos propusimos comparar los casos atendidos antes versus los atendidos durante la pandemia.
MATERIAL Y MéTODOS
En el año 2021 se contaba con 112 pacientes que bajo consentimiento informado habían aceptado participar en un estudio iniciado en 2015 para medirles la asimetría facial angular (AsAn) utilizando fotogrametría y el software COREL (método de medición), tomando como referente la escala de House-Brackmann o H-B (Figuras 1 y 2, Tabla 1), fue validado en trabajos previos por los autores,9 el objetivo era medir la AsAn en cuatro condiciones de movimientos musculares (en reposo, sonriendo, levantando cejas y cerrando ojos; medición que puede reportar un índice de asimetría angular total al acumular los valores angulares de la asimetría de cada condición).
Además, como simultáneamente a todos los pacientes se les aplicaba el test de índice de discapacidad facial (IDF)10-14 a efecto de evaluar su desempeño en las esferas física y social, se diseñó un estudio transversal y descriptivo con estratos internos para comparar, según los grados de discapacidad clínica medidos con la escala H-B, los resultados de la AsAn y del IDF entre dos grupos que separamos como A (n = 66) reclutados de los años 2015-2016 (antes de la pandemia de COVID-19) y B (n = 46) reclutados en los años 2020-2021 (durante la pandemia). Por razones obvias, los del grupo B usaban cotidianamente de manera obligatoria cubrebocas. Cabe aclarar que en todos los casos tener un tiempo de evolución de la PFPI menor a tres meses fue un criterio de inclusión, así como contar previamente con un programa de terapia institucional (calor local, masoterapia y ejercicios de mímica facial).15
Las comparaciones entre los grupos de la AsAn y el IDF se efectuó con el estadístico de t de Student, previa comprobación de normalidad con el estadístico de Shapiro-Wilk. En el análisis multivariado se aplicó el análisis de varianza de dos factores (grupo1H-B) para comparar el desempeño en cada esfera del IDF (física y social) entre los grupos, ajustando las medias respectivas con un análisis de covarianza según la edad y el tiempo de evolución clínica de la PFPI. Los contrastes se consideraron significativos si p resultase ≤ 0.05. El procesamiento estadístico se realizó con el paquete SPSS v. 17.0 para Windows con licencia de uso legal para nuestro centro de investigación.
RESULTADOS
Los grupos fueron comparables en edad (p = 0.31), distribución por sexo (p = 0.11), grados funcionales en la escala H-B (p = 0.74) y, en el borderline, en el tiempo de evolución de la PFPI (p = 0.06) como se aprecia en la Tabla 2.
En cambio, en la Tabla 3, la media de la asimetría facial total fue significativamente mayor en el grupo B (p = 0.04) que, a la vez tuvo una media menor en la función física medida por el IDF (p = 0.009). Nótese que la diferencia en la función social no fue significativa (p = 0.20).
Al comparar las medias de los desenlaces, considerando los grados de H-B colapsados en V-VI (disfuncionalidad severa) versus II-IV (disfuncionalidad leve/moderada), obsérvese (Tabla 4) que tanto en el grupo A como en el B los pacientes con disfuncionalidad severa tenían medias de asimetría angular total significativamente mayores que en los pacientes con disfuncionalidad clínica leve/moderada (p < 0.001, en ambos casos). No obstante, dentro de los casos de disfuncionalidad severa el grupo B (atendido durante la pandemia) tuvo una media de asimetría facial total significativamente más alta que el grupo A atendido antes de la pandemia (p = 0.03); en tanto que, dentro de los casos de disfuncionalidad leve/moderada, las medias de asimetría facial total no difirieron entre A y B (p = 0.10).
En la esfera de función física del IDF no se observan diferencias en las medias de ambos grupos según los grados de disfuncionalidad V-VI vs II-IV: en A (p = 0.41) y en B (p = 0.21); sin embargo, dentro de los casos de disfuncionalidad severa, el grupo A tuvo una media de función física mucho más alta que la del B (p = 0.01), mientras que en los casos de disfuncionalidad leve/moderada las medias de función física no difirieron (p = 0.21).
Finalmente, en la esfera de función social, los resultados fueron inversos: dentro de los casos de disfunción severa el grupo B (durante la pandemia) tuvo una media de funcionalidad social más alta que el grupo A (p = 0.05), mientras que dentro de los casos de disfunción leve/moderada las medias de función social fueron muy semejantes (p = 0.80).
DISCUSIóN
Hasta el momento de hacer nuestro reporte no conocemos alguno parecido que se haya realizado en otras instituciones de salud a nivel nacional o internacional; no obstante, los resultados de nuestro estudio sugieren que, en los pacientes con PFPI antes de la pandemia de COVID-19, los grados de asimetría facial angular total fueron significativamente menores que en los pacientes observados durante la pandemia pese a que, globalmente, las proporciones de casos con disfuncionalidad clínica severa y leve/moderada resultaron similares (Tablas 2 y 3); ello nos puede llevar a inferir que, en términos generales, la pandemia influyó negativamente incrementando la asimetría provocada por la parálisis de Bell, quizá por efecto de un incremento correlativo al estrés. No obstante, el análisis multivariado (Tabla 4) indica que el aumento de la asimetría facial angular total sólo fue significativa entre los grupos A y B dentro de los casos con PFPI severa (p = 0.03), lo cual es congruente con los estudios referidos por Rodríguez-Rodríguez y colaboradores3 respecto a un ciclo viciado en el que un estrés elevado se asocia a una parálisis facial más severa y, a la vez, ésta se asocia recursivamente a un mayor estrés.
Por otra parte, en forma global, la función física fue significativamente mayor en el grupo A (atendidos antes de la pandemia) respecto al B (atendidos durante la pandemia) mientras que, aparentemente, los grupos no difieren en la función social (Tabla 3); sin embargo, el análisis multivariado (Tabla 4) reportó que dentro de los casos con disfunción severa la función física fue significativamente menor en el grupo B (grupo atendido durante la pandemia) respecto al A (grupo atendido antes de la pandemia) pero, al mismo tiempo, la función social en B resultó significativamente mayor a la de A. Esto último sugiere que, en efecto, el uso cotidiano de cubrebocas, pese a la menor función física en el grupo B, influyó decididamente de manera positiva en la esfera de su interacción social (Figura 3), por lo menos en los casos de disfuncionalidad clínica severa con mayor asimetría facial. Estos resultados coindicen parcialmente con el reporte de Díaz-Aristizabal y colegas,1 en el que, en pacientes con parálisis de Bell, se encontró una correlación negativa entre la escala de ansiedad y depresión HADS (Hospital Anxiety and Depression Scale) y la función social del IDF (r = -0.53), es decir, a mayor ansiedad y depresión hay una menor función social; pero dicho estudio no concuerda con la observación de que, al mismo tiempo, una mayor depresión en la escala de HADS también correlaciona negativamente con una menor funcionalidad física en la escala IDF (r = -0.61); no obstante, nuestro estudio sugiere que el uso de cubrebocas, a diferencia de lo que sucede en la población aparentemente sana en la que el uso de cubrebocas afecta la interacción social por fallos en la interpretación de las emociones,16 en los casos de disfuncionalidad facial severa por PFPI, altera positivamente las correlaciones observadas entre las escalas HADS e IDF en tiempos libres de pandemia por COVID-19.
CONCLUSIONES
Nuestros resultados sugieren que en los pacientes con PFPI con disfunción clínica severa y alta asimetría facial el uso cotidiano del cubrebocas obligado por la pandemia de COVID-19, además de medio profiláctico, funciona a la vez como una estrategia de afrontamiento social y enmascaramiento que se revela en las altas puntuaciones reportadas en la esfera social de la IDF; ello, por supuesto, podría tener un impacto positivo en la evolución clínica de estos pacientes al reducir el estrés y elevar su calidad de vida, lo cual amerita realizar sendas investigaciones longitudinales.
REFERENCIAS (EN ESTE ARTÍCULO)
AFILIACIONES
1 Servicio de Farmacología del Ejercicio.
2 División de Neurociencias Básicas.
3 Unidad de Apoyo a la Investigación.
4 Rehabilitación de los Trastornos de la Audición y Equilibrio.
5 Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). México.
6 Rehabilitación Laboral y Educativa.
7 Laboratorio de Bioquímica del Instituto Nacional de Rehabilitación "Luis Guillermo Ibarra Ibarra" (INR-LGII), Secretaría de Salud. CDMX, México.
8 Hospital Regional Sur del ISSSTE. México.
Conflicto de intereses: se declara que no existe conflicto de intereses por parte de los autores.
CORRESPONDENCIA
Gabriela Flores-Mondragón. E-mail: gabypez@gmail.comcfarguelles64@gmail.com
Recibido: 3 de Mayo de 2023. Aceptado: 4 de Agosto de 2023