2004, Número 4
Arch Cardiol Mex 2004; 74 (4)
Semblanza del Dr. José Miguel Torre López
Leiva GJL
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 0
Paginas: 337-340
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FRAGMENTO
Las nuevas generaciones de cardiólogos deben conocer aspectos relevantes de médicos extraordinarios dentro de la cardiología; uno de ellos fue el Dr. José Miguel Torre López. Es un honor hacer una breve semblanza de este Maestro de excepción quien mucho enseñó de la vida, la cardiología y de humanismo; de ahí la admiración y respeto que le profesamos sus alumnos cardiólogos. Nació el 29 de septiembre de 1919 en la ciudad de San Luis Potosí. Sus estudios primarios los hizo en el Colegio de San Luis al que siempre dispensó gran veneración y fidelidad; posteriormente el bachillerato en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí e inició la carrera profesional, los tres primeros años, en la Escuela de Medicina de la misma Universidad. En aquel entonces era común a partir del tercer año de la carrera emigrar a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de México donde se recibió de médico cirujano en 1939. Ahí conoció en sus primeras relaciones maestro-alumno al Dr. Ignacio Chávez que iniciaba la especialidad de la cardiología en México, posteriormente sería fundador del Instituto Nacional de Cardiología y de la Sociedad Mexicana de Cardiología. Desde entonces, nació admiración, respeto y cariño al maestro Chávez con quien se identificó plenamente, le siguió con lealtad hasta su muerte en 1979. Reconociendo siempre la influencia en su formación que tuvo este eminente médico mexicano. De la misma manera el sacerdote potosino Ricardo B. Anaya, humanista, intelectual honorable y servicial, quien fue su guía, su amigo y consejero en la gran obra educacional que habría de realizar. Encontró apoyo irrestricto en la virtuosa mujer a quien desposó en la ciudad de México el 10 de junio de 1950, la señorita Lidia Medina Mora, dama con quien procreó una honorable familia integrada por Lidia, José Miguel, Pilar, Fernando, Magdalena Sofía, Alejandro, María y José Antonio. Unidos superaron con resignación cristiana el trágico fallecimiento del segundo de ellos.