2003, Número 2
Acta Med 2003; 1 (2)
De oocitos in vivo a in vitro y a clonación: Reminiscencias de un investigador en biomedicina
Castañeda M
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 5
Paginas: 113-116
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FRAGMENTO
En 1969 después de haber trabajado en algunos aspectos moleculares del desarrollo temprano del huevo (oocito fertilizado) de erizo de mar proveniente de la fertilización in vitro (FIV), era difícil imaginar que algún día se podría contar con tantos oocitos de mamífero en un medio de cultivo como los que yo obtenía directamente del erizo hembra. La FIV de oocitos humanos en los años 70 había alcanzado ya su umbral clínico (el primer humano, mujer, nació en julio de 1978); aunque dichos oocitos eran obtenidos laboriosamente (aun los de ratón nos ponían en problemas). Todavía en ese tiempo, en las clases y seminarios sobre desarrollo embrionario y diferenciación celular, se tenía que poner un esfuerzo adicional para convencer al auditorio de que la información genética requerida para la producción de cualquier tipo de célula diferenciada, sea una neurona o un fibroblasto, estaba presente en toda célula del organismo. Es decir, ni el hepatocito había perdido el gen responsable de la síntesis de ácido gamma-amino aminobutírico ni la neurona el de la albúmina, por ejemplo. El problema se encontraba en la regulación diferencial de la expresión del genoma, de un genoma íntegro en relación al de las células primordiales. Mas ese trabajo era ampliamente recompensado al poder mostrarles datos, ante su asombro, de que era posible tomar una célula diferenciada de la epidermis (en ese caso de la zanahoria) y en ausencia de gametos, producir, manipulando la constitución del medio de cultivo, una planta de zanahoria completa y fértil (el primer ejemplo, en un laboratorio formal, de clonación en multicelulares). Era como tomar un pellizco de nuestra piel del antebrazo y de ahí obtener un humano bromeaba yo, sinceramente, con ellos. A pesar de las sorprendentes consecuencias de esos datos, nuestras mentes tomaban cierto solaz en la mansa y acogedora seguridad emocional de que aunque interesantes, pertenecían a organismos “inferiores”. ¿Nosotros? Nosotros éramos, obviamente y desde luego, otra cosa.REFERENCIAS (EN ESTE ARTÍCULO)