2006, Número 3
Salud Mental 2006; 29 (3)
Influencia de la cantidad y la calidad subjetiva de sueño en diversas características de personalidad
Miró E, Martínez P, Arriaza R
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 33
Paginas: 34-40
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RESUMEN
Según las diferencias individuales en la duración habitual del sueño, suele establecerse una distinción entre los sujetos con un patrón de sueño corto (seis horas de sueño o menos al día), los sujetos con un patrón de sueño intermedio (entre siete y ocho horas al día) y aquellos con un patrón de sueño largo (más de nueve horas al día). Aunque no se sabe a qué se deben tales diferencias, en los últimos años se ha ido demostrando que dormir menos tiempo y, paradójicamente también, más tiempo del asociado con el patrón de sueño intermedio tiene un impacto negativo en la salud física.Hay muy pocos estudios sobre las posibles diferencias psicológicas entre los patrones de sueño. A excepción de los conocidos trabajos de Hartmann o Hicks de la década de 1970, un aspecto que apenas se ha analizado es si los patrones de sueño difieren según las características de la personalidad. Las dimensiones de la personalidad que han recibido más atención han sido la extraversión y el neuroticismo, sin que en la mayoría de los estudios se observen diferencias en función del patrón de sueño. No obstante, en el caso del neuroticismo, los resultados son contradictorios al existir también informes que sí establecen dichas diferencias. No haber considerado, junto con la cantidad de sueño otros aspectos esenciales del sueño, como la calidad del mismo, quizá pueda explicar parte de la inconsistencia de los hallazgos encontrados en la bibliografía. Por otra parte, falta investigación sobre factores como el psicoticismo o los límites cognitivos que, no obstante, se ha demostrado que guardan relaciones interesantes con otros aspectos del sueño.
El presente trabajo analiza la influencia del patrón de sueño (corto, intermedio y largo), la calidad de sueño (alta, media y baja) y la posible interacción entre ambos factores con el neuroticismo, el psicoticismo y los límites cognitivos.
La muestra estuvo integrada por 125 estudiantes sanos (110 mujeres y 15 varones), de 18 a 26 años, seleccionados mediante un cuestionario de sueño elaborado para este propósito. Este exploraba los hábitos de sueño de los sujetos y controlaba que no presentaran problemas médicos, psicológicos ni estuvieran tomando fármacos. Los participantes del estudio se distribuyeron del siguiente modo: 1. Sujetos con patrón de sueño corto (n=20), 2. Sujetos con patrón de sueño intermedio (n=82), y 3. Sujetos con patrón de sueño largo (n=23). A su vez, dentro de cada uno de los patrones de sueño, se establecieron tres subgrupos si la calidad subjetiva de sueño era alta, media o baja.
El neuroticismo y el psicoticismo se evaluaron con el Cuestionario de Personalidad de Eysenck (EPQ). Los sujetos también llenaron los Inventarios de Ansiedad y Depresión de Beck (BAI y BDI, respectivamente), que ya se habían considerado en otra publicación. Se excluyó a los sujetos con puntuaciones superiores a 18 en el BAI y BDI, o superiores al centil 70 en el EPQ, a fin de intentar garantizar que la muestra no presentara alteraciones psicológicas.
Se efectuaron ANOVAs para examinar si el patrón de sueño, la calidad subjetiva del mismo o la interacción entre ambos factores ejercían un efecto significativo en cualquiera de las variables analizadas. Los contrastes post hoc se realizaron con las pruebas de Scheffé o Tamhane. Los resultados mostraron que los sujetos con peor calidad de sueño puntuaban más alto en neuroticismo (15.14) que los que tenían una calidad de sueño media (13.23) o buena (9.96). Por el contrario, la dimensión de psicoticismo estaba influida por la cantidad de sueño pero no por la calidad del mismo. Los sujetos con patrón de sueño largo puntuaban ligeramente más alto en psicoticismo (2.57) que los sujetos con patrón de sueño intermedio (1.52) o corto (1.25). La dimensión de límites cognitivos no se relacionó con ninguno de estos aspectos. En ninguna de las variables analizadas existió una interacción significativa entre cantidad y calidad de sueño.
Se ofrecen algunas hipótesis sobre los mecanismos que pueden intervenir en las relaciones observadas. Se destaca también que es importante tomar en serio las consecuencias asociadas a los modelos que se apartan de la duración y la calidad óptimas de sueño. Para ello es necesario fomentar iniciativas preventivas y educativas destinadas a mejorar nuestros hábitos de sueño.
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