2006, Número 2
Salud Mental 2006; 29 (2)
Influencia de la cantidad y la calidad subjetiva de sueño en la ansiedad y el estado de ánimo deprimido
Miró E, Martínez P, Arriaza R
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 31
Paginas: 30-37
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RESUMEN
La duración habitual de sueño varía notablemente de unas personas a otras sin que se tenga claro a qué se deben tales diferencias. Suele establecerse una distinción entre los denominados sujetos con patrón de sueño corto (duermen seis horas o menos al día), los sujetos con patrón de sueño intermedio (duermen entre 7-8 horas al día), y aquéllos con patrón de sueño largo (duermen más de nueve horas al día).En los últimos años se han acumulando pruebas respecto a que el dormir menos tiempo -y también, paradójicamente, más tiempo del asociado al patrón de sueño intermedio- parece tener consecuencias adversas para la salud física a diversos niveles. Por el contrario, los estudios sobre las posibles diferencias psicológicas entre los patrones de sueño son escasos e inconsistentes. Además, la investigación al respecto se ha centrado en el parámetro de duración sin evaluar simultáneamente otros aspectos del sueño que son relevantes como la calidad del mismo. El impacto negativo que ejerce sobre la salud una pobre calidad de sueño, se conoce mejor, pero este aspecto ha sido analizado casi exclusivamente en muestras de sujetos con trastornos del sueño. Para una mejor comprensión de la relación entre sueño y bienestar psicológico se hace necesario estudiar el efecto conjunto de la calidad y la cantidad de horas de sueño sin la influencia directa de alteraciones clínicas.
El presente trabajo analiza la influencia del patrón de sueño (corto, intermedio y largo), la calidad de sueño (alta, media y baja) y la posible interacción entre ambos factores sobre la ansiedad y el estado de ánimo deprimido.
Participaron en la investigación 125 estudiantes sanos (110 mujeres y 15 varones) de 18 a 26 años, seleccionados mediante un cuestionario de sueño elaborado para este propósito que exploraba sus hábitos de sueño y controlaba que los sujetos no tuvieran problemas médicos, psicológicos o estuvieran tomando fármacos. La muestra se distribuía del siguiente modo: 1) Sujetos con patrón de sueño corto (n=20), 2) Sujetos con patrón de sueño intermedio (n=82), y 3) Sujetos con patrón de sueño largo (n=23). A su vez, dentro de cada uno de los patrones de sueño, se establecieron tres subgrupos en función de si la calidad subjetiva de sueño era alta, media o baja.
La ansiedad y el estado de ánimo deprimido se evaluaron con los Inventarios de Ansiedad y Depresión de Beck (BAI y BDI, respectivamente). Se excluyó a los sujetos con puntuaciones superiores a 18 en estos instrumentos a fin de intentar garantizar que la muestra no presentara alteraciones psicológicas.
Se efectuaron ANOVAs para examinar si el patrón de sueño, la calidad de sueño o la interacción de ambos factores tenían algún efecto en la ansiedad o en el ánimo deprimido. Los contrastes post hoc se realizaron con la prueba de Scheffé o de Tamhane. Los resultados mostraron que la ansiedad en el BAI era influida por la calidad de sueño pero no por su duración. Los sujetos satisfechos con su sueño presentaban menos ansiedad (8.18) que los que estimaban que su sueño era de menor calidad (14.34). Las puntuaciones en el BDI se hallaron influidas tanto por la cantidad como por la calidad de sueño. Los sujetos con patrón de sueño corto alcanzaron cifras más altas en la variable estado de ánimo deprimido (10.75) que los que tenían un patrón de sueño medio (6.10) o largo (6.04). Por lo que se refiere a la calidad de sueño los sujetos con alta calidad calificaron más bajo en la variable ánimo deprimido (3.51) que los que tenían una calidad de sueño media (7.73) o baja (11.64).
El ánimo deprimido es la variable que guarda una relación más estrecha con los procesos de sueño como lo indica el hecho de que, incluso en una muestra no clínica, sus puntuaciones son moduladas tanto por la cantidad como por la calidad de sueño. La ansiedad sólo resulta afectada por la calidad de sueño. En ninguna de las variables analizadas existe una interacción significativa entre cantidad y calidad de sueño lo que pone de manifiesto la necesidad de evaluar ambos aspectos ya que se trata de dos medidas relativamente independientes que proporcionan información complementaria.
Se ofrecen algunas hipótesis sobre los mecanismos que pueden estar mediando en las relaciones observadas. Se destaca que es importante tomar en serio las consecuencias asociadas con los modelos desviados de la duración y de la calidad óptima del sueño, y es necesario fomentar iniciativas preventivas y educativas destinadas a mejorar nuestros hábitos de sueño.
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