2023, Número 4
¿Sienten los animales?
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 8
Paginas: 284-287
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RESUMEN
La visión antropocéntrica del ser humano ha llevado a la explotación de animales para satisfacer sus necesidades, tanto primarias (como la alimentación) como secundarias (como el entretenimiento), sin preocuparse por su sufrimiento o bienestar. Sin embargo, las teorías de la evolución de Lamarck y Darwin borraron la dicotomía humano-animal y colocaron al primero como una especie más dentro de toda la diversidad biológica. Hans Jonas afirmó que las diferencias entre los humanos y los otros animales estaban en el grado de complejidad y no en las capacidades, contribuyendo a la idea de una continuidad biológica desde un origen común. La similitud anatomofisiológica, la presencia de mediadores químicos de dolor, los cambios bioquímicos y fisiológicos ante situaciones dolorosas, además de la respuesta favorable al uso de medicamentos analgésicos, demuestran que los demás animales sienten dolor y padecen sufrimiento. La Declaración de Cambridge sobre la consciencia destaca que no es necesario poseer neocórtex para ser considerado como sintiente, lo que ha llevado a analizar esta capacidad, inclusive, en muchos invertebrados. ¿Los animales sienten? Invariablemente la respuesta es sí. Es importante tener consideración de ello para evitar su sufrimiento, tal y como se propone en la teoría sensocéntrica de Peter Singer, en caso contrario, podríamos ser señalados de discriminación, que, por estar asociada a la pertenencia a una especie biológica, se denomina especismo.Históricamente, el ser humano ha utilizado a los demás animales con el objetivo de satisfacer sus necesidades, tanto primarias (como la alimentación) como secundarias (como el entretenimiento), sin preocuparse de su sufrimiento o de su bienestar. En ocasiones, cuando se ha dado alguna preocupación al respecto, ésta va en función de los intereses del humano, por ejemplo, mejorar las condiciones de aquellos animales que se utilizan para la producción de alimentos con el objetivo de tener mejores rendimientos o disminuir las pérdidas asociadas a enfermedad.
A lo largo del tiempo se han desarrollado distintos pensamientos que han contribuido con la generación y el mantenimiento de posiciones de consideración que no favorecen la protección y el cuidado de los demás animales. La teoría creacionista de la religión judeocristiana ha permitido que se mantenga una visión del hombre como un ser superior al resto de las formas de vida, el relato de su creación está asociado a una idea de dominancia sobre el resto de la creacióni.
i Génesis 1:26-28.
En el siglo XVII, René Descartes, un gran filósofo de origen francés, escribió una de sus obras principales, Discurso del método. En dicha obra hace referencia a los animales, describiéndolos como máquinas autómatas que se mueven y funcionan gracias a la regularidad mecánica de sus órganos y que se distinguen del humano debido a que no poseen alma racional, "no pueden dar fe de que piensan lo que dicen"(1). Este pensamiento contribuye a la idea de superioridad divina del humano, perpetuando la dualidad humano-animal, en la cual lo humano no es animal y lo animal no es humano.
Más adelante, en los siglos XVIII y XIX, las conclusiones de Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) y Charles Darwin (1809-1882), con respecto a la evolución de la vida en la Tierra, empiezan a borrar la dicotomía humano-animal, presentando al ser humano como una especie más que ha venido evolucionando con el resto de las formas de vida a lo largo del tiempo, reemplazando la idea de un ser humano superior al resto de seres por la de un ser humano responsable de los otros seres.
En palabras de Hans Jonas (1903-1993), "la teoría de la evolución elimina cualquier vestigio de la diferencia entre naturaleza y ser humano"(2), la investigación en biología y evolución demuestra que no existe una interrupción en la gran cadena de seres animales y, para los investigadores, las diferencias existentes entre el ser humano y el resto de las formas de vida no son de características, sino más bien del grado de desarrollo y complejidad de las mismas.
De esta forma, existen características comunes que nos permiten distinguir los procesos de nocicepción, dolor y sufrimiento en todos los vertebrados e, inclusive, a lo largo del reino animal (incluyendo a los humanos). La semejanza anatómica del sistema nervioso (y de los demás aparatos y sistemas) permite inferir que las estructuras similares tienen funciones similares, así, la presencia de sistema nervioso con estructuras para la captación de estímulos y la transmisión de información, tanto aferente como eferente, es indicio de nocicepción.
Los estudios comparativos de anatomía y fisiología entre humanos y otros animales han demostrado que, en cuanto a los mecanismos de percepción, integración y respuesta al dolor, hay más similitudes que diferencias. Hasta el momento, no se han encontrado mecanismos específicamente humanos relacionados con el dolor. La evidencia sugiere que, al menos en los mamíferos, las sensaciones de dolor son tan intensas como en los seres humanos, por lo que sería absurdo afirmar que los animales no sienten dolor o que sienten menos porque no son humanos.
Varios estudios en peces, anfibios y reptiles han demostrado que moduladores del dolor, como los opioides endógenos y sus receptores, están presentes en esos animales. Los efectos son similares que en mamíferos, ya que bloquean la transducción de estímulos nociceptivos y estimulan los centros cerebrales de placer, disminuyendo la sensibilidad al dolor y provocando un estado de sedación.
Cuando se experimenta dolor o estrés, la hipófisis libera la hormona adrenocorticotrópica (ACTH) que estimula la corteza adrenal para liberar glucocorticoides, lo que provoca un aumento en los niveles de cortisol e hiperglucemia. Además, la liberación de ACTH también desencadena la secreción de catecolaminas, que produce una serie de síntomas como vasoconstricción, taquicardia, hipertensión arterial, midriasis, salivación, hiperventilación y sudoración.
La administración de analgésicos normaliza sus funciones fisiológicas y restaura sus patrones de comportamiento normales, así mismo, la necesidad de anestésicos en procedimientos quirúrgicos indica que sí sienten dolor, lo que se ha comprobado en diversas especies de aves, reptiles, anfibios y peces.
El 07 de julio de 2012, un grupo de científicos proclamaron públicamente la denominada Declaración de Cambridge sobre la consciencia, en las instalaciones del Churchill College de la Universidad de Cambridge del Reino Unido en el marco de la Conferencia sobre la consciencia en humanos y animales no humanos. Dicho texto fue redactado por el reconocido neurocientífico Philip Low y revisado por un grupo de sus colegas. Más tarde, el documento fue firmado por los participantes en presencia de Stephen Hawking. Declaración de Cambridge sobre la consciencia, 07 de julio de 2012. (https://youtu.be/ifG0XNh7s08)
La declaración es importante debido a que menciona que:
La ausencia de un neocórtex no parece prevenir que un organismo experimente estados afectivos. Evidencia convergente indica que los animales no humanos poseen los sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos y neurofisiológicos de estados conscientes, así como la capacidad de exhibir comportamientos deliberados. Por consiguiente, el peso de la evidencia indica que los seres humanos no son los únicos que poseen los sustratos neurológicos necesarios para generar conciencia. Animales no humanos, incluyendo todos los mamíferos y pájaros, y muchas otras criaturas, incluyendo los pulpos, también poseen estos sustratos neurológicos(3).
Singer establece el principio de igualdad entre los humanos y, posteriormente, lo extiende hacia los animales no humanos. El principio de igualdad no establece un tratamiento idéntico (no se puede tratar de formas idénticas a humanos y a cerdos debido a que no son idénticos); sin embargo, sí establece una igual consideración y una igualdad de consideración puede llevar a tratamientos diferenciados. Para los utilitaristas, la igualdad de consideración no implica tratar a todos de la misma forma, en ocasiones un trato igualitario puede incrementar la diferencia entre los individuos y un trato desigualitario puede reducirlas. La igualdad no implica homogeneidad (física, biológica o de capacidades) entre los individuos (ni dentro de una misma especie o ni entre especies), más bien se trata de una idea moral.
Los intereses de cada individuo afectado por una acción deben ser considerados al mismo nivel que los de los restos de los involucrados (sin importar quiénes sean dichos individuos o sus aptitudes). Cuando no se consideran los intereses de los individuos afectados argumentando la no pertenencia a una especie (cualquiera que ésta sea, aunque comúnmente es Homo sapiens) se entiende como discriminación y se le llama especismo. Para Singer, el especismo es tan inmoral como el racismo y el sexismo.
El criterio de sintiencia en los animales no humanos se ha establecido deductivamente por analogías conductuales, morfológicas y funcionales, debido a que nadie puede sentir el dolor de otro ser, no obstante, sí podemos (por deducción) pensar que una acción que me causa dolor a mí le causaría dolor a otro individuo, además de que podemos reconocer manifestaciones de dolor asociadas a una experiencia en un individuo distinto a nosotros. Por tanto, dice Singer:
… el dolor se mide por su intensidad y duración, y los dolores de una misma intensidad y duración son tan nocivos para los humanos como para los animales […], el dolor es dolor, y la importancia de evitar el dolor y el sufrimiento innecesarios no disminuye porque el ser afectado no sea un miembro de nuestra especie(4).
Lo que lo lleva a establecer que no hay justificación moral para considerar que el dolor que sienten los animales no humanos es menos importante que el que sienten los humanos y, por lo tanto, su consideración se convierte en un imperativo.
Así, Singer plantea una teoría que va más allá del zoocentrismo, denominándose sensocentrismo. Para Díaz Abad el sensocentrismo es una postura que sostiene la necesidad de otorgar, en algún grado, consideración moral a todos los seres sintientes, siendo una cosmovisión que pretende conferir derechos, sobre todo de tipo negativo (evitarles sufrimiento, dolor y malestar, entre otros), a todos los seres sintientes, categoría que englobaría a la inmensa mayoría de los animales, incluyendo a los humanos(5).
Hoy mismo existen investigaciones que nos hacen replantear nuestros conceptos de dolor, nocicepción, sufrimiento y conciencia, incluso en invertebrados. El manuscrito de Robert Elwod sobre dolor y sufrimiento en invertebrados hace una revisión bibliográfica profunda sobre aquellas investigaciones que han profundizado en la percepción sensible en estas especies(6). Recientemente, se ha publicado un reporte científico que sugiere que algunas especies de arañas saltarinas tienen movimientos de los tubos retinales que asemejan a los movimientos de los globos oculares durante las fases de sueño REM en los mamíferos(7), este tipo de investigaciones refuerzan la idea de que no existe una separación evidente entre lo humano y lo animal.
¿Sienten los animales? La respuesta es positiva hacia el dolor, aún más, es positiva al sufrimiento físico y emocional. Darwin, en su libro The expression of the emotions in man and animals(8) describe las emociones básicas: miedo, enojo, tristeza, desagrado, alegría y sorpresa, sin embargo, también se han demostrado estados emocionales complejos como sentimientos en el resto de los animales, tales como el sufrimiento, la ansiedad, la frustración, la aflicción o pena, la depresión y la desesperanza.
Es importante mencionar que la evaluación del dolor en los animales es una herramienta clave para poder proporcionarles un adecuado cuidado y tratamiento médico. Además, el reconocimiento de su dolor es importante no sólo desde una perspectiva ética, sino también desde un punto de vista clínico, ya que el dolor no tratado puede llevar a un sufrimiento innecesario y prolongado, así como a una disminución de la calidad de vida y a complicaciones adicionales en su salud. Por ello, es importante que los profesionales de la salud sean conscientes del dolor en los animales y que se continúe investigando para poder mejorar los métodos de evaluación y tratamiento del dolor en todas las especies animales.
Hoy en día, la empatía hacia los animales y sus intereses es alta, no obstante, es importante resaltar que la población en general reconoce el dolor en animales como perros, gatos, caballos, algunos de fauna silvestre, con los animales destinados a la producción, a la investigación o aquellos que están en conflicto con el humano. Es una pena que sea en el gremio de la medicina veterinaria donde exista la mayor resistencia. Se ha visto que el médico veterinario disminuye su nivel de empatía hacia los animales no humanos en la medida en que tiene una mayor trayectoria profesional, además, también influye el contexto, es decir, hay una mayor preocupación hacia los animales destinados al entretenimiento y la compañía y una menor preocupación por los animales en situaciones de producción e investigación biomédica.
La respuesta al cuestionamiento de si los animales sienten, definitivamente es sí. Esta posición, que ahora tenemos, de consideración hacia el otro sin importar su forma biológica, hace que sea parte de nuestra obligación evitar el sufrimiento de todos aquellos seres que tienen esta capacidad.
REFERENCIAS (EN ESTE ARTÍCULO)
AFILIACIONES
1 Programa Universitario de Bioética, Universidad Nacional Autónoma de México. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2909-0607.
Scopus Author Id: 57204535306.
CORRESPONDENCIA
MVZ EMCV MC Itzcóatl Maldonado-Reséndiz. E-mail: itzcoatl.maldonado@fmvz.unam.mxRecibido: 21-04-2023. Aceptado: 03-05-2023.