2022, Número 2
Factores de riesgo asociados al trastorno de procesamiento auditivo central
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 36
Paginas: 51-61
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RESUMEN
Introducción: Existen diversos factores de riesgo neurológico, sensorial auditivo y visual, así como sociofamiliares que pueden estar presentes antes, durante y después de la gestación del niño y que pueden producir alteraciones en su neurodesarrollo; sin embargo, hay pocos reportes de estos riesgos asociados al trastorno del procesamiento auditivo central (TPAC). El objetivo del presente estudio fue describir y comparar la frecuencia de estos factores en escolares con y sin TPAC. Material y métodos: Estudio observacional, comparativo, de corte transversal, no experimental, que consistió en estudiar una muestra voluntaria de madres de escolares agrupados con y sin TPAC entre marzo y noviembre de 2019, para describir los riesgos biológicos y sociofamiliares antes, durante y después de la gestación, comparándolos en niños con y sin TPAC, utilizando χ2 de homogeneidad (comparación), χ2 de independencia (asociación) y fuerza de asociación kappa de Cohen. Previa firma de consentimiento informado, se realizó una entrevista estructurada a los padres y se aplicó una batería de pruebas psicoacústicas para evaluar procesos auditivos centrales a los niños. Resultados: Se estudió un grupo de 44 casos y otro de 40 controles, se identificaron cinco factores de riesgo prenatales, ocho perinatales y siete sociofamiliares. Estuvieron asociados al TPAC la amenaza de aborto, la preeclampsia y eclampsia, la hiperbilirrubinemia, el embarazo no planeado y la violencia intrafamiliar. Conclusiones: Aun cuando hay evidencia de factores de riesgo asociados al TPAC, los aquí identificados deberán tomarse en cuenta como antecedente en escolares con manifestaciones clínicas compatibles con este trastorno.INTRODUCCIóN
En términos generales, el procesamiento auditivo central (CAP, por sus siglas en inglés) se refiere a la eficiencia y eficacia en la que el sistema nervioso central (SNC) utiliza la información auditiva en el procesamiento perceptivo de la misma y la actividad neurobiológica del procesamiento que da origen a los potenciales auditivos electrofisiológicos, además incluye habilidades o destrezas como localización y lateralización del sonido; discriminación auditiva; reconocimiento de patrones auditivos; aspectos temporales de la audición, incluyendo integración temporal, discriminación temporal (por ejemplo, detección de brecha temporal), ordenamiento y enmascaramiento temporal; desempeño auditivo en competencias de señales acústicas (incluida la escucha dicótica) y rendimiento auditivo con señales acústicas degradadas.
Algunos autores lo definen como el procesamiento serial y paralelo del sistema auditivo responsable de la atención auditiva, detección e identificación de señales auditivas, decodificación del mensaje neural, como así también el almacenamiento y recuperación de la información relativa a la audición.
Es importante tener presente que existen otras habilidades asociadas o dependientes de una función auditiva intacta como la conciencia fonológica; atención y memoria para la información auditiva; síntesis auditiva; comprensión e interpretación de la información presentada auditivamente, las cuales, se considera, pertenecen a las de tipo cognitivo-comunicativo superior y/o a funciones relacionadas con el lenguaje que no se incluyen en el CAP.1 Estos mecanismos y procesos se aplican tanto a las señales auditivas verbales como a las no verbales en diversas áreas de función, entre ellas la del lenguaje hablado.2
A las fallas en estos mecanismos se les conoce como trastorno del procesamiento auditivo central (TPAC), también denominado desorden del procesamiento auditivo central, por sus siglas en inglés central auditory processing disorder (CAPD), que se caracteriza por presentar dificultades para entender el lenguaje hablado aun cuando no se tienen alteraciones en los umbrales auditivos o cuando éstas no se correlacionan con el grado de discapacidad que los aqueja en caso de presentarlas. Este trastorno es definido por la American Speech-Language-Hearing Association (ASHA) como "las dificultades en el procesamiento perceptual de información auditiva en el sistema nervioso central y en la actividad neurobiológica que subyace a ese procesamiento".3
Un TPAC puede o no coexistir con otra disfunción que afecte el desempeño del procesamiento auditivo central, como aquellas producidas por lesiones del SNC (afasias, enfermedades neurodegenerativas o traumatismos craneofaciales, eventos vasculares cerebrales, epilepsia), así como el retraso en la maduración del mismo, ocasionando retrasos del lenguaje, dislexias, dificultades de aprendizaje y trastornos por déficit de atención, entre otros, incluyendo las otitis medias crónicas recurrentes sufridas a temprana edad.4,5
El diagnóstico del TPAC puede realizarse previo a una historia clínica amplia, un examen físico de oído y una evaluación auditiva completa (audiometría tonal, impedanciometría y reflejo estapedial ipsilateral) y en seguida por medio de pruebas conductuales y/o electrofisiológicas, las primeras permiten identificar o descartar las alteraciones de los procesos afectados en el sitio de la lesión (topo diagnóstico), haciendo uso de varias pruebas verbales y no verbales, agrupadas en relación con el proceso auditivo a evaluar, dependiendo si las dificultades en la percepción auditiva se relacionan con el córtex auditivo de ambos hemisferios cerebrales o con la señal auditiva interhemisférica, lo que da origen a tres perfiles que pueden ser identificados en la evaluación:6
- 1. Déficit de decodificación auditiva. Caracterizado por un patrón de déficit auditivo en corteza primaria auditiva izquierda, manifestando:
- a. Déficit bilateral o del oído derecho en el test de escucha dicótica.
- b. Bajo rendimiento en tareas de cierre auditivo.
- c. Dificultad en la discriminación de fonemas.
- d. Dificultad en las habilidades de resolución temporal.
Asociadas con alteraciones de descodificación fonológica y problemas de comprensión de lenguaje en un entorno ruidoso.
- 2. Déficit prosódico. Con un patrón de déficits auditivos de la corteza auditiva derecha que incluye:
- a. Déficit del oído izquierdo en los resultados del test de escucha dicótica.
- b. Pobre rendimiento en pruebas de resolución temporal.
- c. Dificultades en la discriminación auditiva de las frecuencias.
Asociadas a dificultades en la lectura de palabras, en la percepción de la prosodia, con pobres habilidades pragmáticas en la secuenciación, visoespaciales y en el cálculo matemático.
- 3. Déficit de integración. En el que se incluyen dificultades en la transferencia interhemisférica, observándose:
- a. Déficit de oído izquierdo en los resultados de las tareas de escucha dicótica y déficits en el rendimiento en tareas de evaluación del patrón temporal de los sonidos.
- b. Además, de un pobre rendimiento en tareas visuales o multimodales, dificultades de asociación entre un símbolo y su sonido, en la localización del sonido en ambiente ruidoso, así como dificultades leves en tareas interhemisféricas (uso de las dos manos o los dos pies) lo que no supone dificultades en la integración sensorial.7
En general, los trastornos del desarrollo y los problemas de conducta pueden tener de una forma u otra algún síntoma del TPAC, por lo que un diagnóstico diferencial adecuado se considera un proceso complejo, pero necesario, por lo que se recomienda incluir pruebas de atención, memoria, lenguaje y funciones ejecutivas al realizarlo.8
Otros autores recomiendan además de una evaluación psicofísica, psicométrica y conductual, realizar una evaluación electrofisiológica, utilizando pruebas como potenciales evocados auditivos de tronco cerebral (PEATC), el binaural interaction component (BIC), potenciales evocados auditivos de latencia media (PEALM), el P300 y la mismatch negativity (MMN) en aquellos casos en que las pruebas conductuales no se puedan realizar o arrojen resultados inconclusos.9
Las nuevas líneas de investigación proponen que el diagnóstico de este trastorno se obtiene cuando los resultados en más de dos pruebas utilizadas en su evaluación se encuentren alteradas.10,11
En los niños es común que los padres o los maestros detecten dificultades en la adquisición del lenguaje, lectoescritura, aprendizaje y/o incompetencia en actividades escolares o sociales, las manifestaciones conductuales y síntomas más comunes durante la entrevista incluyen, pero no se limitan, a las siguientes dificultades:12
- 1. Comprender o escuchar en ambientes competitivos (ruidosos, reverberantes).
- 2. Localización de la señal auditiva.
- 3. Seguir conversaciones largas.
- 4. Entender y mantener conversaciones por teléfono.
- 5. Aprender un idioma o nuevo vocabulario.
- 6. Recordar información hablada (déficit de memoria auditiva).
- 7. Tomar notas, dictados.
- 8. Entender habla rápida.
- 9. Inhabilidad para detectar cambios sutiles en la prosodia o para entender humor o sarcasmo.
- 10. Mantener la atención en una actividad cuando hay otros ruidos.
- 11. Inhabilidades organizacionales (ejemplo: mantener el orden).
- 12. Adquisición de lenguaje y la lectoescritura.
- 13. Procesamiento de señales no verbales (ejemplo: música).
La evaluación instrumentada para determinar si hay un trastorno de procesamiento auditivo central requiere previa determinación del umbral auditivo en la frecuencia de 1,000 Hz de ambos oídos, realizar las pruebas psicoacústicas (binaurales, monoaurales de baja redundancia y pruebas de hemisferio derecho: música y sonidos ambientales). Así como aplicar los criterios de la Asociación Americana de Lenguaje, Habla y Audición (ASHA, por sus siglas en inglés), estableciendo su confiabilidad a partir de los siete años,1 criterios aplicados en el presente estudio.
Este trastorno tiene una prevalencia estimada en los niños entre 2 y 3%, predominando en el sexo masculino con una relación de 2:1. En los Estados Unidos de América la prevalencia reportada está entre 3 y 7% en la población general,13 mientras que en el adulto mayor de 60 años la prevalencia es de 10-20%, incrementándose con la edad.14
Un TPAC puede presentarse como parte de una condición neurológica (tumores, eventos vasculares cerebrales, traumatismos, epilepsia), retraso en la maduración del sistema nervioso central y cualquier factor interno o externo que altere el adecuado desarrollo del sistema nervioso central.15 El daño cerebral infantil se estima entre 2-5% de los nacidos vivos16 asociado a una serie de factores de riesgo prenatales, perinatales, postnatales y sociales.
Con respecto al concepto de recién nacido de riesgo neurológico, éste surge en Inglaterra en 1960, haciendo alusión a los niños cuyos antecedentes de riesgo biológico pregestacional, gestacional y perinatal, así como los sociofamiliares tienen más riesgo de originar problemas en su desarrollo durante los primeros años de vida, ya sean cognitivos, motores, sensoriales o de comportamiento, los cuales pueden ser transitorios o definitivos.17 Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), de todos los embarazos, de 3 a 5% son de alto riesgo y 12% de riesgo moderado, de éstos entre 10 y 12% requieren atención en la Unidad de Cuidados Intensivos y sólo de 3-5% son de riesgo neurológico.18 Las secuelas graves y moderadas que llegan a presentar se detectan antes de los seis meses, las cuales continúan hasta los seis años, muy frecuentemente algunos niños a los dos años considerados normales presentan secuelas tardías, por lo que hay que seguirlos hasta los seis o siete años.
En España desde 1982 se realiza un seguimiento protocolizado del recién nacido de riesgo psiconeurosensorial y sociofamiliar, así como de seguimiento madurativo, recomendado por el Comité de Perinatología del Plan Nacional de Prevención de la subnormalidad y modificado por la sección de perinatología de la Asociación Española de Pediatría, publicado recientemente en el Libro Blanco de la Atención Temprana.19,20
Aun cuando se tienen documentados los riesgos biológicos para el déficit auditivo y visual, así como el daño neurológico, se recomienda evaluar siempre el riesgo sociofamiliar, ya que son las variables de riesgo que más repercuten en la mortalidad perinatal aguda y la morbilidad a largo plazo;21 el riesgo ambiental puede estar presente en los periodos pregestacional, gestacional y perinatal, además de presentarse a lo largo del crecimiento del niño, pues los problemas biológicos precoces favorecen la vulnerabilidad del niño ante un ambiente adverso.
Los criterios de riesgo sociofamiliar22 más frecuentes son:
- 1. Carencia económica.
- 2. Embarazo accidental traumatizante.
- 3. Convivencia conflictiva en el núcleo familiar.
- 4. Padres con bajo CI/entorno no estimulante.
- 5. Enfermedades graves/exitus.
- 6. Alcoholismo/drogadicción.
- 7. Prostitución.
- 8. Delincuencia/encarcelamiento.
- 9. Madres adolescentes.
- 10. Sospecha de malos tratos.
- 11. Niños acogidos en hogares infantiles.
- 12. Familias que no cumplimentan los controles de salud repetidamente.
Y los riesgos sensoriales auditivos más reportados son:
- 1. Hiperbilirrubinemia que precisa exanguinotransfusión.
- 2. Gran prematuridad.
- 3. Recién nacido (RN) con peso < 1,500 kg.
- 4. Infecciones congénitas del sistema nervioso central.
- 5. Ingesta de aminoglucósidos durante un periodo prolongado o con niveles plasmáticos elevados durante el embarazo.
- 6. Síndromes malformativos con compromiso de la audición.
- 7. Antecedentes familiares de hipoacusia.
- 8. Infecciones postnatales del sistema nervioso central.
- 9. Asfixia severa.
No obstante, a pesar del adecuado desarrollo de guías sobre los factores de riesgo para hipoacusia según el Joint Committee on Infant Hearing,23-25 poco se ha escrito sobre los factores sociofamiliares relacionados con la madre y el ambiente familiar involucrados en el riesgo neurológico y/o la pérdida sensorial tardía en los niños y su asociación con el trastorno de procesamiento auditivo central; hay que considerar que su cerebro se encuentra aún en desarrollo, lo cual los vuelve vulnerables a sufrir alteraciones debido a factores tanto externos como internos y debido a que la sintomatología del TPAC es más evidente y coincide con su ingreso al ambiente escolar, no se busca la asociación, se recomienda evidenciarla al momento de la evaluación diagnóstica.26
El objetivo del presente estudio es identificar y comparar factores adversos pre-, perinatales y sociofamiliares que puedan estar asociados a un TPAC en niños con y sin el trastorno.
MATERIAL Y MéTODOS
Estudio de tipo descriptivo, comparativo, de corte transversal, con diseño no experimental, de nivel investigativo relacional donde se obtuvo una muestra voluntaria de madres de niños que son llevados a consulta al Servicio de Procesamiento Auditivo Central de una institución de tercer nivel de atención médica, durante el periodo de marzo a noviembre de 2019, los cuales presentaron sintomatología probablemente compatible con TPAC, quienes después de los resultados de las pruebas psicoacústicas conformaron dos grupos, cada uno con 44 escolares; sin embargo, cuatro infantes del grupo control no completaron su estudio, por lo que, de acuerdo con los criterios de eliminación, no se incluyeron, quedando al final 44 casos y 40 controles.
Los criterios de inclusión para los casos fueron: escolares de ambos sexos, edad entre siete y 13 años, estudio audiológico (audiometría tonal, impedanciometría y reflejo estapedial ipsi- y bilateral con resultados dentro de parámetros normales, otoscopia con conducto externo libre e integridad de membranas timpánicas, sin trastorno de déficit de atención e hiperactividad, coeficiente intelectual ≥ de 75, con habilidades neuropsicológicas de acuerdo con su edad, con y sin dislexia y con alteraciones en las pruebas psicoacústicas [pruebas monoaurales, binaurales y pruebas de hemisferio derecho: música y sonidos ambientales]). Se determinaron los casos según los criterios establecidos por la Asociación Americana de Lenguaje, Habla y Audición (ASHA).
Los criterios de inclusión para los controles: escolares de ambos sexos, edad entre siete y 13 años, estudio audiológico (audiometría tonal, impedanciometría y reflejo estapedial ipsilaterales con resultados dentro de parámetros normales, otoscopia con conducto externo libre e integridad de membranas timpánicas, sin trastorno de déficit de atención e hiperactividad, coeficiente intelectual ≥ de 75, con habilidades neuropsicológicas de acuerdo con su edad y sin alteraciones en las pruebas psicoacústicas [pruebas monoaurales, binaurales y pruebas de hemisferio derecho: música y sonidos ambientales]).
Los criterios de eliminación para ambos grupos fueron no completar sus pruebas.
Los criterios de exclusión para ambos grupos fueron presentar otras comorbilidades neurológicas y psiquiátricas.
Las evaluaciones de los criterios de inclusión y exclusión las realizaron personal médico especialista de la institución en los servicios de Audiología, Lenguaje, Psiquiatría y Psicología; el diagnóstico de trastorno de procesamiento auditivo central (TPAC) lo realizó personal médico especialista del Servicio de Procesamiento Auditivo Central por medio de pruebas psicoacústicas, cuyos resultados permitieron seleccionar a los niños para conformar dos grupos de escolares con y sin TPAC, por medio de una evaluación instrumentada que requirió la determinación del umbral auditivo en la frecuencia de 1,000 Hz de ambos oídos antes de realizar las siguientes pruebas psicoacústicas:
- 1. Pruebas binaurales: fusión binaural y dígitos dicóticos, donde el estímulo se presentó a una intensidad 50 dB por arriba del umbral auditivo en la frecuencia de 1,000 Hz del peor oído.
- 2. Pruebas monoaurales de baja redundancia: palabra filtrada, palabra comprimida y palabra en ruido, música y sonidos ambientales, en las dos primeras el estímulo al oído testado se realizó a una intensidad de 50 dB más que el umbral auditivo en la frecuencia de 1,000 Hz, en el peor oído y en el oído no testado se presenta un enmascaramiento consistente en ruido blanco a una intensidad de 30 dB menos con respecto al estímulo presentado al oído testado.
- En la prueba de palabra en ruido el enmascaramiento presentado al oído no testado fue a una intensidad de 10 dB menos con respecto al estímulo presentado al oído testado.
- 3. Pruebas de hemisferio derecho: música y sonidos ambientales.
Para considerar cada caso se aplicaron los criterios establecidos por la Asociación Americana de Lenguaje, Habla y Audición (ASHA), que refiere falla en una sola prueba 3 desviación estándar por debajo de lo esperado para la edad o falla en dos o más pruebas 2 desviación estándar por debajo de los valores esperados para la edad del paciente, esta asociación también establece que las pruebas son confiables en niños a partir de los siete años,1 criterios que fueron aplicados en el presente estudio.
Asimismo, y previa firma de consentimiento informado, se realizó una entrevista estructurada a las madres para obtener la información sobre factores de riesgo neurobiológicos, sensoriales auditivos y sociofamiliares (propuestos y publicados en el Libro Blanco de la Atención Temprana de España) antes y durante la gestación y después del nacimiento a lo largo del crecimiento del niño. Los datos fueron confirmados en las hojas de egreso hospitalario y resumen diagnóstico que presentaron las madres, el cual les fue entregado posterior al nacimiento y entrega de sus neonatos.
El análisis se realizó con estadística descriptiva para todas las variables, las asociaciones se analizaron con χ2 de independencia para las variables categóricas, y para las numéricas, la correlación. La fuerza de asociación se midió utilizando el índice de kappa de Cohen en las variables categóricas y para las numéricas el coeficiente de correlación r de Pearson. El nivel de significancia fue < 0.05. El análisis estadístico se realizó con el software estadístico SPSS V. 19.
RESULTADOS
El grupo de casos estuvo conformado por 44 niños con TPAC y el de control por 40 niños sin TPAC, sus edades fueron entre siete y 13 años con un promedio para los primeros de 8 ± 1.24 (5.570; 10.430) y para los segundos de 9 ± 1.74 (5.590; 12.410), en ambos grupos predominó el sexo masculino 30 (68.2%), con una relación 2:1. Ambos grupos se encontraban cursando el nivel primario en escuelas públicas, predominando primero y segundo grado para los casos, y segundo y tercero para los controles. Ambos grupos tuvieron resultados de estudio auditivo periférico normal, coeficiente intelectual > 75, con dislexia para todos los del grupo de casos y con un perfil de trastorno de procesamiento auditivo predominante de déficit de integración en 25 (56.8%), seguido por déficit de codificación en 13 (29.5%) y mixto en 6 (13.6%).
Los resultados de los factores sociofamiliares fueron: edad materna entre 15 a 38 años, con un promedio de 25.9 ± 6.15 años (13.856; 37.964) para los casos y para los controles entre 16 a 42 años, con un promedio de 29.18 ± 7.35 años (14.774; 43.586); edad menor de las madres con respecto a los padres; escolaridad predominante a nivel de bachillerato en ambos cónyuges y en ambos grupos. Los factores de nivel socioeconómico bajo, embarazo no planeado, embarazo adolescente y violencia intrafamiliar predominaron en el grupo de casos (Tabla 1).
Se identificaron cinco factores de riesgo prenatales que fueron: antecedente de toxicomanías, amenaza de aborto, diabetes gestacional, preeclampsia/eclampsia y embarazo de menos de 37 semanas de gestación, siendo más frecuentes todos en el grupo de los casos, con una diferencia significativa en la amenaza de aborto y haber sufrido preeclampsia/eclampsia (Tabla 2).
Los resultados en factores adversos perinatales mostraron a la cesárea como vía de nacimiento más frecuente en el grupo de controles en 26 (65%); productos con un peso menor a 2,500 gr al nacer, prematurez, hiperbilirrubinemia tratada con helioterapia y la entubación endotraqueal, esta última fue más frecuente en el grupo de casos. El ingreso a la UCI y el uso de oxígeno suplementario fue de cinco y seis casos en cada grupo, respectivamente. La hiperbilirrubinemia presentó diferencia significativa (Tabla 3).
Con respecto a la asociación de factores de riesgo para el TPAC, los sociofamiliares fueron: el embarazo no planeado y la violencia intrafamiliar; de los prenatales: la amenaza de aborto y la eclampsia/preeclampsia; y para los perinatales: la hiperbilirrubinemia (Tabla 4).
La magnitud del efecto o fuerza de asociación fue pequeña para el embarazo no planeado, la amenaza de aborto y la hiperbilirrubinemia; y moderada para la violencia intrafamiliar y la preeclampsia/eclampsia (Tabla 5).
DISCUSIóN
Los factores de riesgo pre-, perinatales y sociofamiliares reportados en la literatura han sido identificados en estudios relacionados con la prematurez, los embarazos adolescentes y aquellas condiciones que afectan el neurodesarrollo infantil.27 Los mencionados con más frecuencia como prenatales se relacionan directamente con las condiciones clínicas y hábitos de la embarazada: su edad, problemas de salud, nutrición, consumo de tabaco, alcohol o drogas, preeclampsia y parto pretérmino;17,28 también están involucradas la baja escolaridad de los padres, violencia familiar,29 pobreza, marginalidad y disfunción familiar;30 en el embarazo adolescente predomina: la eclampsia, prematurez, bajo peso al nacer y cesáreas por desproporción cefalopélvica.31,32
En relación con el TPAC se han reportado como asociados: la prematurez, el bajo peso y el consumo de alcohol en el embarazo.33 En el presente estudio sólo se identificaron seis niños (13.6%) con antecedente de prematurez en el grupo de casos y tres (7.5%) en los controles, por lo que no hubo diferencias significativas ni asociaciones; sin embargo, recomendamos ampliar la muestra para revalorarlo, pues este factor está considerado un problema de salud pública debido a que cada año nacen cinco millones de prematuros, las tasas de prevalencia van de 5-18% de los que sobreviven, muchos presentan complicaciones y discapacidad relacionada con aprendizaje, retraso psicomotor y problemas visuales y auditivos.34 Con respecto al consumo de alcohol incluido en el antecedente de toxicomanías, en este estudio no resultó asociado al TPAC debido a que sólo estuvo presente en una participante del grupo control, se recomienda ampliar el tamaño de la muestra para buscar su asociación, ya que existe evidencia de que los niños con este antecedente muestran anormalidades en las pruebas de proceso auditivo central.35
La amenaza de aborto y la preeclampsia/eclampsia son factores que se encuentran presentes en los embarazos de riesgo con predominio en el embarazo adolescente;25 en el presente estudio resultaron comparativamente con significancia estadística y asociados al TPAC. No encontramos reportes en la literatura que los mencionen de manera específica, pero se consideran factores de alto riesgo en estas embarazadas. De igual manera, la hiperbilirrubinemia tiene una alta incidencia36 y está referida como causante de discapacidad auditiva periférica, pero no está exenta de estar involucrada también con el TPAC; en el presente estudio se mostró una diferencia significativa y una asociación con este trastorno, así como una fuerza de asociación pequeña.
Por último, el embarazo no planeado y la violencia intrafamiliar entre otros son factores de riesgo sociofamiliares que generalmente no se interrogan, pero que se han identificado en las alteraciones en el neurodesarrollo y la prematurez; en el presente estudio estos factores presentaron diferencia significativa entre los grupos estudiados y una asociación con el TPAC, la fuerza de asociación fue pequeña para el primero y moderada para el segundo.
La ASHA desde 1996 recomienda que al evaluar a los niños para diagnosticar un TPAC deberá interrogarse sobre sus antecedentes prenatales, familiares, grado de escolaridad y desarrollo psicomotor, social, cultural y lingüístico para lograr una evaluación integral sobre factores de riesgo para problemas de neurodesarrollo; en el presente estudio se incluyeron estas variables, además de una evaluación de la función auditiva periférica y la batería diagnóstica básica para identificar o descartar un trastorno del procesamiento auditivo central.
Limitaciones del estudio: en los últimos meses de registro de participantes la asistencia fue muy irregular debido a la pandemia.
Imprecisiones y sesgos del estudio: en cuanto a la información brindada por parte de las madres debe considerarse el sesgo de memoria, pues han transcurrido entre siete y 13 años del nacimiento de sus hijos y pudieron olvidar algunos datos o no precisarlos. El tamaño de la muestra es pequeño y algunos factores de riesgo ya publicados no pudieron asociarse al trastorno estudiado.
CONCLUSIONES
Aun cuando la prematurez, el bajo peso del recién nacido, el consumo de alcohol durante el embarazo y la hiperbilirrubinemia en el neonato ya presentan evidencia publicada de estar asociados al TPAC, los factores de riesgo medidos en el presente estudio nos permiten visualizar que hay otras condiciones adversas en el entorno del periodo pre- y perinatal del niño, así como en el entorno sociofamiliar igualmente asociadas, estos factores deberán tomarse en cuenta como antecedente en escolares con manifestaciones clínicas compatibles con este trastorno, ya que en la actualidad no se interrogan.
REFERENCIAS (EN ESTE ARTÍCULO)
Liu L, Oza S, Hogan D, Chu Y, Perin J, Zhu J et al. Global, regional, and national causes of under-5 mortality in 2000–15: an updated systematic analysis with implications for the Sustainable Development Goals. Lancet. 2016; 388 (10063): 3027-3035. Available in: https://doi.org/10.1016/S0140-6736(14)61698-6
Núñez-Batalla F, Carro-Fernández P, Antuña-León ME, González-Trelles T. Incidencia de hipoacusia secundaria a hiperbilirrubinemia en un programa de cribado auditivo neonatal universal basado en otoemisiones acústicas y potenciales evocados auditivos. Acta Otorrinolaringol Esp. 2008; 59 (3): 108-113. Disponible en: https://doi.org/10.1016/S0001-6519(08)73276-X
AFILIACIONES
1 Servicio de Procesos Centrales de la Audición. Instituto Nacional de Rehabilitación "Luis Guillermo Ibarra Ibarra". Ciudad de México, México.
2 Unidad de Investigación Sociomédica. Instituto Nacional de Rehabilitación "Luis Guillermo Ibarra Ibarra". Ciudad de México, México.
Conflicto de intereses: Los autores declaran que no tienen intereses económicos en competencia o relaciones personales conocidas que puedan haber influido en el trabajo informado en este documento.
Financiamiento: La presente investigación no ha recibido ayudas específicas provenientes de agencias del sector público, sector comercial o entidades sin ánimo de lucro.
CORRESPONDENCIA
Dra. en C. María del Consuelo Martínez-Wbaldo. E-mail: mmartinez@inr.gob.mx; sociomedica56@yahoo.com.mxRecibido: 4 de Enero de 2022. Aceptado: 11 de Marzo de 2022