2021, Número 6
Historia de la lactancia materna en México. Revisión del siglo XVI a principios del XX
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 20
Paginas: 249-253
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RESUMEN
El objetivo de este artículo es brindar, basados en una revisión bibliográfica, un panorama que dé cuenta de ciertas características que han definido la lactancia materna en diversos momentos de la historia de México. Se realiza un recorrido por el periodo prehispánico y la época virreinal, así como lo ocurrido en el siglo XIX y los primeros años del siglo XX. La descripción incluye aspectos particulares de la lactancia en cada época así como los actores que han participado como las nodrizas, quienes han cumplido una función sustancial en diferentes momentos de la historia y por supuesto, el papel de los médicos. Asimismo, se describen cómo se brindaban prescripciones y consejos médicos para las madres, además de las distintas opiniones que se suscitaron respecto a la lactancia y a la leche de origen animal.INTRODUCCIóN
La lactancia materna ha sido un acto vital para madres e hijos en diferentes sociedades a lo largo de la historia. Es un asunto que ocupa hoy en día la atención de diversos profesionales de la salud de distintas directrices de salud internacionales y nacionales, a la vez que involucra a diversos actores sociales, entre éstos, los médicos pediatras.
El conocimiento actual de que la leche humana proporciona todos los nutrientes a los bebés en sus primeros meses de vida no siempre ha sido así, aunque a veces se puede pensar que es una cuestión universal o atemporal. Cada sociedad ha sido el resultado de diversas prácticas culturales y por lo tanto, cada época y cada sociedad presentan sus particularidades y la lactancia no ha sido la excepción.1
Al realizar una revisión de lo que se ha escrito sobre la historia de la lactancia encontramos diversos textos.2,3 Éstos se caracterizan, por lo general, por consignar información sobre registros y prácticas en torno a la lactancia materna en distintas culturas a lo largo de los siglos como en las culturas griega y romana, la Edad Media, el Renacimiento hasta el mundo occidental de los siglos XIX y XX.4-8 Unos cuantos centran su atención en el continente americano.9,10
Sin duda, estos textos son un punto de partida para adentrarse en este tema y una invitación a profundizar en áreas poco exploradas como es el caso de la historia de la lactancia en México. Por lo anterior, en este artículo se brinda, por medio de una revisión bibliográfica, un acercamiento a la historia de la lactancia en México en tres momentos históricos: el final del periodo prehispánico y virreinal, el siglo XIX y los primeros años del siglo XX.
ÉPOCA PREHISPáNICA Y VIRREINAL
En el México prehispánico, los niños eran considerados como un regalo de los dioses, por lo que se comparaban con objetos valiosos como las piedras y plumas preciosas. Se creía que habían sido formados "en el más alto de los cielos".
Con respecto a la lactancia, lo común era que, desde el primer día de su nacimiento, todas las madres alimentaran a los niños al pecho materno, y se considerara un deshonor que una madre capacitada para amamantar no lo hiciera, pues privaría a su hijo del alimento natural. De acuerdo con el jesuita novohispano Francisco Javier Clavijero, ni las reinas se dispensaban -por su grandeza- de criar ellas mismas a sus hijos. Como ha sucedido en todas las culturas y todas las épocas, había ocasiones en que la madre no podía amamantar a su hijo, por lo que se tenía que recurrir a una chichihua, es decir, una nodriza.11
Para la práctica de la lactancia, se prefería a la mujer más saludable y con mayor y mejor secreción láctea. Para verificar la calidad de la leche, se hacía una prueba consistente en depositar un poco de leche sobre la uña del dedo pulgar; si la leche se escurría fluidamente hacia los lados de la uña se consideraba de menor calidad, en comparación con aquélla que, por su densidad, permanecía en el sitio donde se había colocado. Esta práctica seguía vigente hasta las primeras décadas del siglo XX.
Los niños eran amantados los primeros años de vida y generalmente los destetaban hacia los tres o cuatro años. Las chichihuas también alimentaban a los niños por este periodo, manteniendo cuidados especiales hasta haberlos criado.
Los lactantes eran provistos de su alimento por madres, nodrizas e incluso por las divinidades. Chalchiuhtlicue "la de la falda de jade", la diosa de las aguas, entre sus diversos atributos aparece simbólicamente en el Códice Borgia amamantando al ser humano como una gran madre nutricia. Además, dentro de la cosmovisión prehispánica se creía que si un lactante moría antes de haber comido algún alimento elaborado con maíz, regresaría al paraíso llamado Xochatlapan o Chichihuacuauhco, donde se encontraba el árbol nodriza o árbol de leche llamado Chichihuacuahuitl. Era un árbol frondoso, cuyos frutos tenían forma de senos maternos, de los cuales fluía leche en abundancia que alimentaba a los niños y les permitía subsistir.11
Con el arribo de los españoles y la conquista llegó la medicina de tradición europea junto con los preceptos cristianos, la evangelización y la caridad, estableciéndose los primeros hospitales. Durante los siglos XVI y XVII fueron pocos los médicos que dejaron, por escrito, su testimonio sobre su interés por la salud y la asistencia infantil. Entre los hospitales fundados en la Nueva España a lo largo de estos dos siglos no se tiene noticia de que alguno fuese especialmente para niños. Pero sí se sabe que el Hospital de Santa Fe de México, fundado por Vasco de Quiroga a finales de 1531, tenía anexo un lugar donde se cuidaban niños que eran alimentados por nodrizas asalariadas, a la vez que se atendían sus necesidades físicas y espirituales. Se llamó "el hospital de la cuna" y es considerado el primer hospital novohispano para niños.
Unos años después, en 1582, se tiene registro de un pequeño hospital destinado a los mulatos y mestizos, donde se encontraba el Hospital de San Juan de Dios, que se llamaba de la Epifanía, fundado por el doctor Pedro López. Allí mismo, poco tiempo después se estableció una cuna de niños expósitos y una cofradía destinada a recoger y alimentar a los niños, tomando el nombre de Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, como fue conocido a fines del siglo XVI.12
Por otra parte, la población infantil de la Nueva España reflejó el mosaico étnico y cultural de sus diversos habitantes. La alimentación fue el resultado de la fusión de dos culturas y constituyó uno de los factores más importantes en la salud y el crecimiento de los niños. La leche materna fue, para los niños durante los primeros años de vida, la fuente vital de nutrición, provista, ya sea por las madres o nodrizas (quienes cumplían una función sustancial en la sociedad novohispana). Una vez que transcurría esta etapa, el niño era ablactado por su madre, quien le proporcionaba pequeñas cantidades de alimentos como atoles, tortillas, hortalizas y cacao. Se daba gran importancia a la salida de los dientes, ya que a este suceso se le atribuían trastornos como diarreas, sequedad de boca y alferecía (convulsiones febriles).13
El siglo XVIII -el Siglo de las Luces- trajo consigo diversos cambios en el pensamiento europeo que repercutieron en el novohispano, tales como brindar mayor importancia al papel de las mujeres en la etapa de la maternidad, así como su responsabilidad en la crianza de los hijos y el cuidado de su salud. Entre las primeras descripciones médicas novohispanas de los trastornos y las enfermedades de los niños se encuentra el Compendio de la Medicina o Medicina Práctica publicado en 1788 por Juan Manuel Venegas. En sus páginas se trataron, entre otros temas, las enfermedades de los recién nacidos, la alimentación durante los primeros días de vida y la importancia de la lactancia materna.14
Los niños cada vez ocupaban un lugar más preponderante tanto dentro del seno de las familias como para la sociedad, por lo tanto, la mortalidad infantil –aceptada hasta ese momento como un designio divino– se tornó en una preocupación y el gremio médico resaltó la importancia de los cuidados y la alimentación que recibía el niño, sobre todo en sus primeros años de vida, con lo que comenzaron a desplazar los consejos que se daban popularmente.
Con las reformas borbónicas se fundaron instituciones seculares dedicadas a asistir a los infantes como la Casa Real de Expósitos, mejor conocida como la Casa de Cuna, destinada a recoger y criar a los niños abandonados. Fue fundada por los arzobispos Alonso Núñez de Haro y Peralta y Francisco Antonio de Lorenzana y Buitrón entre 1765 y 1766. El Hospicio de Pobres se inauguró el 19 de marzo de 1774, fue una obra del virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa así como del arzobispo Haro y Peralta. Ambos establecimientos asistenciales, en los que la función de las nodrizas fue esencial, continuaron sus funciones a lo largo de la siguiente centuria.15
EL SIGLO XIX
A partir de 1821, una vez consumada la independencia, el naciente Estado mexicano se hizo cargo de las labores de beneficencia y de la administración de los bienes hospitalarios.
Fue hasta 1861, con las reformas liberales, que se secularizaron todos los hospitales, hospicios, orfanatorios y casas de maternidad que habían sido administrados durante tres siglos por la Iglesia, quedando bajo la dirección de la beneficencia pública. Ese mismo año se estableció el Hospital de Maternidad e Infancia, el cual entró realmente en funciones durante el Imperio de Maximiliano, que se conoció como la Casa de Maternidad.
En 1869 se retomó la inquietud de establecer un hospital para la infancia, por lo que se decretó que la sección de niños enfermos del Hospital de San Andrés pasara como un departamento a la Casa de Maternidad, que desde ese año y hasta 1905 se denominó Hospital de Maternidad e Infancia.15 Cabe mencionar que en distintos puntos del país se hicieron esfuerzos para asistir a la niñez. Destacó el Hospital Infantil que el médico Miguel Otero y Arce fundó en la ciudad de San Luis Potosí en 1893, en el que se atendían desde lactantes hasta adolescentes. Proyecto que incluyó la publicación de Anales del Hospital Infantil de San Luis Potosí. Dicho hospital es considerado por varios estudiosos como el primer hospital infantil en México.16
Tanto en los hospitales, en la Escuela de Medicina y en las publicaciones médicas decimonónicas se abordó un tema vital: la lactancia. En todos se enfatizaba que la leche materna era la fuente nutricional más importante para los recién nacidos, ya fuera que proviniera de la madre o de una nodriza.
Publicaciones como la Gaceta Médica de México dan cuenta a lo largo de sus páginas de las investigaciones al respecto, como hemos mostrado en otro momento.17 En sus páginas se puede leer que en la transición del siglo XIX al XX no había una posición universal de los médicos sobre la lactancia denominada artificial –aquella que provenía de otras leches distintas a la de la madre– más bien expresaban distintas posturas, pero todos buscaban el bienestar de los niños. Algunos médicos, como Aniceto Ortega, se preocuparon por las madres que no amamantaban a sus hijos, quienes aludían principalmente a la escasez de leche, dolores de espalda, palpitaciones o neuralgias. Por su parte, el médico español Andrés Martínez Vargas en 1890 señaló que la lactancia materna era vital para la correcta nutrición, lo cual se reflejaba en el aumento de talla, peso y en el desarrollo del niño. De tal forma que éstas eran las razones fundamentales para evitar la lactancia artificial y la lactancia por medio de nodrizas, también llamadas amas de cría.
Cada vez con más frecuencia médicos y autoridades sanitarias fueron limitando y regulando la labor de las nodrizas, a quienes se les llegó a calificar de "mercenarias" o que brindaban una "lactancia mercenaria" porque podrían transmitir enfermedades. Pero sobre todo porque iba en contra de las intenciones de hacer responsable a cada madre de alimentar a su hijo. Para reforzar en las mujeres la conducta de amamantar, en lugar de utilizar otras leches, se argumentó que esta práctica ayudaba al organismo inmaduro del bebé para hacerlo menos susceptible a enfermedades como sarampión, escarlatina, orejones y fiebre tifoidea.17
También desde finales del siglo XIX los médicos controlaron el suministro de la leche de vaca, burra o cabra a los lactantes. Denominaron alimentación mixta a la que combinaba la leche materna con la de estos animales, y alimentación artificial cuando se sustituía la leche humana con fórmulas lácteas.
Respecto a la leche de vaca, en aquella época no había un consenso por parte de los médicos sobre cómo consumirla. Para algunos podía ser recomendable brindarla desde los pocos días del nacimiento del bebé. Hubo quienes sugerían que se le agregara agua y otros que aconsejaban consumirla cruda y entera, pero generalmente estaban a favor de que se hirviera o que se pasteurizara. Pero también había médicos que aconsejaban "maternizar" la leche de vaca haciéndola dulce, a fin de igualar el nivel de azúcares con los contenidos en la leche materna.18
Otra preocupación seguía siendo la mortalidad infantil. En 1898 el médico Manuel S. Iglesias escribió que la primera causa de esa mortalidad eran las enfermedades relacionadas con el aparato digestivo, las cuales eran frecuentes durante el destete y posiblemente producto de un descuido en la alimentación. Sugirió que se emprendiera una cruzada nacional, encabezada por médicos y parteras tituladas, para difundir a las madres de familia y público en general nociones sobre el destete y la alimentación de los hijos. Éste, como varios de los discursos médicos de la época, atribuía la mortalidad infantil a "la masa ignorante de nuestro pueblo" y en específico a "la ignorancia de las madres", por lo que la guía médica cobró relevancia.
PRIMEROS AñOS DEL SIGLO XX
En los primeros años del siglo XX el médico Roque Macouzet, una de las mayores autoridades de la época en el llamado "arte de criar a los niños", consideraba que el cuerpo de la madre era como un laboratorio que producía leche. Describía a la leche como "ese líquido dulce, suave y tibio que el niño en los primeros tiempos de su vida recibía con fruición y reclamaba con su llanto lastimoso lleno de ternura". Estaba convencido de que la lactancia contribuía a la íntima unión de la madre y el niño; además consideraba que la leche era óptima para la crianza en cada madre para su propio hijo debido a su composición, riqueza y propiedades. En sus escritos plasmó que era un derecho del niño exigir el alimento que le pertenecía, pues estaba hecho para él y que si se le negaba, se ponía en riesgo su buena salud e incluso su vida.
Asimismo, Macouzet, basado en su experiencia, consideró que eran pocos los casos de madres que realmente no podían criar a sus hijos. Más bien veía que las exigencias sociales, el cuidado estético, el no querer sujetarse al niño, el temor a enfermedades como la debilidad pulmonar y la alusión a la escasez de leche, eran causas por las que las mujeres no amamantaban a sus hijos. Pero lo que más le preocupaba era que, en ocasiones, esta decisión era secundada por los médicos.19 Las consecuencias de esta medida repercutían en el niño, ya que tenía que pasar por varias nodrizas, aparatos de esterilización, leche de vaca, cabra y burra, o leches condensadas y alimentos especiales, sin obtener los resultados esperados en muchas ocasiones. En cambio, si las madres seguían los consejos médicos sobre una lactancia apropiada lograrían una buena crianza, que calificó como uno de los más grandes y preciosos deberes de las madres.
Destacó lo importante del momento en que se introducían otros alimentos. Sobre la leche de vaca señaló que si se diluía en ciertas proporciones utilizando agua de perla de cebada se asemejaba a la leche humana, formando "leche de vaca humanizada". Y cuando era correctamente pasteurizada y suministrada por medio de botellas -que se estaban popularizando- contribuía a una buena lactancia artificial.19
Así, las directrices médicas en la alimentación infantil cobraron importancia dentro de los discursos médicos y guías de las madres en el cuidado de sus hijos por medio de consejos verbales y escritos en forma de folletos o pequeños libros. Estas directrices se fueron consolidando en las primeras décadas del siglo XX.
CONSIDERACIONES FINALES
La lactancia materna ha sido relevante en las distintas etapas históricas que hemos expuesto para el caso de México. El papel de los médicos, sobre todo hacia finales del siglo XIX, fue fundamental para resaltar la importancia de la lactancia materna así como los preceptos que brindaron a los recién nacidos a quienes se les tenía que ofrecer otra opción de ser alimentados en la primera etapa de la vida, ya fuera por medio de nodrizas o por lactancia artificial. Consideramos que difundir la historia sobre la lactancia materna en México contribuye a ampliar el conocimiento y la comprensión de su desarrollo, a la vez que se suma a las reflexiones actuales sobre la importancia de la lactancia materna y a los esfuerzos que se realizan para ampliar esta práctica, como lo señala el reporte "Estado mundial de la infancia 2019" publicado por la UNICEF.20
REFERENCIAS (EN ESTE ARTÍCULO)
Porporato M. Historia de la lactancia. Una aproximación a las relaciones sociales a través del tiempo de esta práctica ancestral. Buenos Aires: Artículos científicos. Equipo Imedba-CIE; 2014 [citado 2021 Nov 15]. Disponible en: https://docplayer.es/6600929-Articulos-cientificos-equipo-imedba-cie.html
De la Peña-Sosa Barba G, Rodríguez-López V, Partida-Márquez AL. Evolución de la lactancia materna a lo largo de la historia. Desde el inicio de la humanidad hasta la actualidad. Revista Electrónica de portales médicos.com [Internet]. 2018. Disponible en: https://www.revista-portalesmedicos.com/revista-medica/evolucion-la-lactancia-materna-lo-largo-la-historia-desde-inicio-la-humanidad-la-actualidad/
Venegas JM. Compendio de la medicina: o medicina práctica, en la que se declara lacónicamente lo más útil de ella, que el autor tiene observado en estas regiones de Nueva España, para casi todas las enfermedades que acometen al cuerpo humano: dispuesto en forma alfabética. México: Zúñiga y Ontiveros; 1788.
AFILIACIONES
1 Doctora en Historia Moderna y Contemporánea. Área Académica de Historia y Antropología, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México.
Conflicto de intereses: la autora señala que no tiene.
CORRESPONDENCIA
Celia Mercedes Alanís-Rufino. E-mail: mercedesalanis21@gmail.comRecibido: 22/05/2021. Aceptado: 11/01/2022