2013, Número 07-08
Medicina & Laboratorio 2013; 19 (07-08)
Kant y Streptococcus agalactiae
Ospina ACB
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 2
Paginas: 309-310
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FRAGMENTO
Cuando Galileo hizo rodar por el plano inclinado las bolas cuyo peso él mismo había determinado; cuando Torricelli hizo soportar al aire un peso que de antemano había pensado igual al de una determinada columna de agua; cuando más tarde Stahl transformó metales en cal, comprendieron que la razón no conoce más que lo que ella misma produce según su bosquejo y que debe obligar a la naturaleza a contestar a sus preguntas, más no en calidad de discípulo que escucha todo lo que el maestro quiere, sino en la de un juez autorizado, que obliga a los testigos a contestar a las preguntas que les hace. La razón debe acudir a la naturaleza llevando en una mano sus principios y en la otra el experimento, pensado según aquellos principios.Habitualmente en nuestro diario vivir no somos conscientes de que cuando nos planteamos alguna pregunta, necesariamente estamos siendo conminados por dicha pregunta para expresar la respuesta en unos términos precisos, restringidos, acordes y subyacentes a la pregunta misma. ¿Quién es la más bella? ¿El precio es correcto? ¿Cuánto vale una vida? ¿Por qué llegué tarde? ¿Tengo sobrepeso?... Ahora bien, cuando desde una perspectiva más formal intentamos aproximarnos al conocimiento del mundo -de la naturaleza- mediante la realización de alguna investigación calificada como científica, amparada obviamente en alguna pregunta fundamental o canónica, pues habremos de reconocer que la situación es similar: los términos utilizados en la respuesta deben de ser los pertinentes a la pregunta.
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