2017, Número 1
Med Int Mex 2017; 33 (1)
Fiebre en el paciente críticamente enfermo: ¿tratar o no tratar?
Sánchez-Díaz JS, Martínez-Rodríguez EA, Peniche-Moguel G, Huanca-Pacaje JM, López-Guzmán C, Calyeca-Sánchez MV
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 0
Paginas: 48-60
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RESUMEN
La fiebre es un signo común en la unidad de cuidados intensivos; implica el reto de descubrir su causa, por lo general refleja la existencia de infección, aunque puede tener origen no infeccioso o estar condicionada por síndromes de hipertermia. La Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas (IDSA, por sus siglas en inglés) y el Colegio Americano de Medicina en Cuidados Críticos definen la fiebre en pacientes críticamente enfermos como la temperatura igual o mayor a 38.3ºC. La fiebre es una reacción fisiológica compleja de alguna enfermedad, mediada por el incremento de las citocinas y la generación de reactantes de fase aguda. Existen diferentes métodos para medir la temperatura y los médicos debemos saber el grado de precisión y las limitaciones de cada uno de ellos. En la unidad de cuidados intensivos, la temperatura corporal puede medirse mediante diversas técnicas, entre las que el catéter en la arteria pulmonar se considera el patrón de referencia. La fiebre en los pacientes críticamente enfermos puede clasificarse en tres categorías principales: síndromes de hipertermia, origen infeccioso y no infeccioso. Un episodio de temperatura mayor o igual a 38.3ºC debe evaluarse. La historia clínica, el examen físico y las características de la fiebre (magnitud, duración, frecuencia y su relación con intervenciones diagnósticas o terapéuticas) son imprescindibles. Existe controversia en relación con el tratamiento de la fiebre; la evidencia actual le otorga un papel dual y opuesto, beneficios y perjuicios, de acuerdo con cada situación.