2005, Número 6
Salud Mental 2005; 28 (6)
Variables demográficas asociadas con la depresión: diferencias entre hombres y mujeres que habitan en zonas urbanas de bajos ingresos.
Berenzon GS, Tiburcio SM, Medina-Mora IME
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 19
Paginas: 33-40
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RESUMEN
El objetivo de este artículo es explorar la relación entre algunas variables sociodemográficas y la presencia de trastorno depresivo en una muestra de población urbana de bajos ingresos. Las variables que se han asociado consistentemente con estos padecimientos son el estado civil, el sexo y el nivel socioeconómico.En relación con el estado civil, se ha observado que las personas casadas gozan de mejor salud que su contraparte soltera y se sienten más satisfechas con su vida. Asimismo, se ha señalado que las personas viudas o divorciadas tienen un mayor número de problemas psicológicos.
Diversos autores señalan que los problemas depresivos se asocian con un nivel de ingresos bajo. Se ha visto que la carencia de recursos conlleva niveles elevados de estrés, tristeza, aislamiento e incertidumbre. Esta situación se vuelve aún más complicada cuando se trata del sexo femenino. Las mujeres desempeñan numerosos papeles en la sociedad que las ponen en mayor riesgo de padecer trastornos mentales.
Método: La investigación se realizó en cuatro comunidades que presentan principalmente un nivel socioeconómico medio-bajo y bajo, localizadas en el sur de la ciudad de México. Las comunidades seleccionadas comprenden las colonias Topilejo, Isidro Fabela y San Pedro Mártir, en la delegación Tlalpan, y una cuarta comunidad integrada por los barrios de San Marcos y San Juan, en la delegación Xochimilco.
Se utilizó un diseño muestral multietápico; en la primera etapa se seleccionaron manzanas, en la segunda, segmentos de viviendas y en la tercera, el individuo entrevistado. Con este proceso se obtuvo una muestra total de 1156 entrevistados; 49% de ellos fueron hombres y 51% mujeres.
La información se recopiló mediante un cuestionario de hogar que indaga acerca de las características generales de las personas incluidas en el cuestionario y algunos aspectos relacionados con las características de la vivienda. El diagnóstico de trastorno depresivo se obtuvo por medio de la entrevista diagnóstica CIDI versión 1.1, la cual permite hacer una evaluación de los trastornos mentales de acuerdo con las definiciones y los criterios de la Clasificación Internacional de las Enfermedades y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA).
Se solicitó la colaboración voluntaria del individuo elegido y se dio una explicación sobre los objetivos de la investigación, haciendo énfasis en el carácter confidencial de la misma. La entrevista tuvo una duración aproximada de 90 minutos. El análisis de los datos se realizó con el paquete estadístico SPSS, versión 10 para Windows.
Resultados: Los resultados señalan que la mayor prevalencia de trastorno depresivo se presentó entre las mujeres, así como entre las personas que sufrieron una pérdida o ruptura familiar y en la población con menores recursos económicos.
Del mismo modo, las prevalencias de depresión fueron más elevadas entre los hombres y mujeres que perdieron a su pareja que entre sus contrapartes casadas. En cuanto a las diferencias entre los casados y los solteros, se observó que los hombres que nunca se han casado presentaron prevalencias ligeramente más bajas que los que tienen pareja. En el grupo de las mujeres se vio exactamente lo contrario, es decir, las solteras presentaron mucho más problemáticas depresivas que las casadas.
En los resultados también se pudo observar claramente cómo influyen las limitaciones económicas en la existencia del trastorno depresivo.
Los modelos de regresión logística muestran que particularmente en el caso de las mujeres la presencia del trastorno depresivo tiene que ver con la falta de pareja y con situaciones económicas desventajosas, como un bajo ingreso económico familiar, aunado a una familia numerosa y extensa, así como con cuestiones de responsabilidad y cumplimiento de roles sociales como ser jefe de la familia.
Por lo anterior, cualquier programa de prevención o intervención debe incluir, entre otros aspectos, herramientas para mejorar la capacidad de estas mujeres para generar ingresos, reforzar las redes de apoyo social y estimular su participación social y comunitaria, a fin de contribuir a mejorar sus recursos cognitivos y relacionales, y su autoestima. Las mujeres deben contar con información sobre el proceso patológico que las afecta y las opciones de atención. Para que estos programas resulten efectivos es necesario, sobre todo, que respondan a las preocupaciones de las mujeres y esto solo será posible si ellas participan como colaboradoras activas.
Pensar en la prevención e intervención de las mujeres jefas de familia es pensar también en la posibilidad de romper con el círculo vicioso de la reproducción del malestar en los hijos.
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