2016, Número 4
Salud Mental 2016; 39 (4)
Homenaje al doctor Ramón de la Fuente Muñiz en el X Aniversario de su fallecimiento
de la Fuente R
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 27
Paginas: 183-192
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RESUMEN
Tener conciencia, es la experiencia más familiar y directa que tenemos los humanos, pero es también un misterio que concierne a los psiquiatras, los biólogos y los filósofos. La aproximación científica al problema es reciente porque para iniciarla fue necesario superar tradicionales obstáculos filosóficos y problemas metodológicos. La principal dificultad radica en que la conciencia es experiencia personal y privada.Para la mayoría de los científicos, la conciencia tiene su asiento en el cerebro y es abordable en términos de la actividad global de grandes conjuntos de neuronas interactuantes. Se asume que sus mecanismos neurales son susceptibles de ser aclarados. Algunos estudiosos del tema han llegado a la conclusión de que la conciencia es un proceso imposible de esclarecer.
El concepto de “estados alterados de conciencia” se refiere a fenómenos en los límites de la normalidad, como los que se generan en la meditación trascendental, el trance y el éxtasis y en las experiencias de “revelación”, o de “posesión”, la hipnosis y la disociación. Estos estados pueden estar basados en mecanismos neurofisiológicos comunes que son modelados en su expresión por los contextos situacionales y culturales en que se dan. En la clínica psicopatológica y neurológica, son también notables las alteraciones de la autoconciencia que frecuentemente acompañan a diversos trastornos mentales y algunas veces constituyen su esencia. De hecho, una gran parte de la psicopatología se expresa por alteraciones de la conciencia. Conocer el sustrato neural de estas variedades de experiencia normales y patológicas, puede contribuir al mejor conocimiento de la conciencia y de nuestra convicción de ser los agentes de nuestros pensamientos y acciones.
La conciencia no podría escapar al proceso evolutivo, porque la conciencia es una capacidad adaptativa que en algún grado no es propiedad exclusiva del hombre superior, si bien tener conciencia de tener conciencia es una propiedad única del hombre. Surge la pregunta de si la actividad cerebral humana difiere cualitativamente de la actividad cerebral de los animales superiores más cercanos al hombre como son los primates. Es aparente que los animales superiores tienen conciencia aunque no tengan la capacidad de razonar acerca de su propia experiencia. La psicología ha contribuido al estudio de la conciencia desde la década de 1920, en que William James lo abordó con un enfoque naturalista. Sus observaciones y conceptos conservan interés para los teóricos y los investigadores experimentales. Recientemente, los psicólogos cognitivistas han definido más finamente sus conceptos, se han unido con colegas del campo de la neurobiología, la computación y la lingüística y construyen paso a paso una ciencia de la mente, y hacen aportaciones al estudio de la conciencia.
En cuanto a las contribuciones de la filosofía, se hace alusión a la controversia reciente entre dos filósofos expertos en el estudio de la conciencia, David Chalmers y Daniel Dennett. Este último opina que el tema de la conciencia puede reducirse a un conjunto de problemas que son manejables a nivel neural y sólo resta conocer los detalles. David Chalmers, por su parte, propone que en el estudio de la conciencia hay “problemas fáciles” y “otros difíciles”. Los problemas fáciles, no son más desafiantes que la mayoría de los problemas de la psicología y de la biología, en tanto que los problemas difíciles son un misterio.
El conocimiento de la corteza cerebral humana, avanza en las dos últimas décadas a una velocidad vertiginosa. Se han abordado aspectos de la mente-cerebro como la atención, la percepción, la memoria, el aprendizaje y también la conciencia. El autor se refiere a la explicación neurobiológica de la conciencia propuesta por Antonio Damasio, que incorpora a los estados afectivos y al Yo como sujeto y como agente; a su juicio, el formato básico de la conciencia no es el pensamiento sino el sentimiento, y distingue dos niveles de conciencia: la conciencia básica y la conciencia extensa. Por su parte, F. Crick propone que la conciencia emerge de un proceso que combina la atención con la memoria de corto plazo. El autor se refiere al que considera el avance más espectacular en el estudio neurobiológico de la conciencia, el trabajo de Rodolfo Llinás, quien propone que son señales eléctricas las que dan lugar a la conciencia; las oscilaciones que se generan en las neuronas del tálamo y lo ligan con todas las regiones de la corteza cerebral, explican que nuestras imágenes conscientes estén integradas; estar consciente es un estado que justamente corresponde a la realidad externa, pero no tiene realidad objetiva.
Los científicos de la computación nos asombran con las habilidades de sus máquinas. En comparación con las computadoras modernas, el cerebro está limitado para formar con rapidez coaliciones neuronales; las neuronas actúan muy lentamente. Sin embargo, las computadoras no pueden hacer más funciones que las que hace un animal, ya que su cerebro posee las propiedades de un órgano biológico.
Es posible que el velo de ignorancia que en el pasado ha cubierto a la conciencia se desvanezca conforme conozcamos mejor los mecanismos íntimos de la actividad cerebral. Si la conciencia está sujeta a las leyes que gobiernan otras funciones del organismo podría ser explicada por actividades del cerebro que todavía no han sido descubiertas. La neurobiología con sus técnicas finas, habrá de revelar en el futuro, la base neural de la conciencia, y reducir “la brecha explicativa”. Estamos sólo al principio de penetrar el misterio de la conciencia.
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