2015, Número 3
Rev Cubana Med Gen Integr 2015; 31 (3)
Centenario de la desaparición física de Carlos J. Finlay
López EJA, Espinosa ÁRF
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 12
Paginas:
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FRAGMENTO
Según consta en el certificado de defunción con el número de inscripción 479, firmado por el doctor Antonio Díaz Albertini Mojarrieta con fecha 21 de agosto de 1915, Carlos J. Finlay Barrés falleció a las 5:45 de la tarde del día anterior en su residencia de la calle G No. 23 de El Vedado, La Habana, víctima de un síncope de media hora de duración. En el referido documento se agrega a esta causa directa de su muerte la arteriosclerosis como causa indirecta.Ya desde 1909 el científico cubano había padecido de una trombosis vascular que lo obligó a abandonar de modo permanente la oficina y el laboratorio, así como a dejar vacío su lugar en las instituciones científicas. Como alguien que escogió su destino por verdadera vocación, Finlay se mantuvo durante toda su vida consagrado a la ciencia, a la cual sirvió tanto en las elaboraciones teóricas como en la aplicación práctica de sus no pocas creaciones y conquistas. Sólo el imperativo de esa prolongada vida de trabajo y más trabajo lo hirió en lo que fue lo más sensible de su ser, su cerebro, fue que pudo doblegarlo. Si bien logró reponerse ligeramente de aquella crisis, no fue ya más aquel hombre dispuesto a entablar y mantener ‒durante más de 50 años de trabajo sin reposo‒ una lucha incesante contra las enfermedades. En virtud de esa perseverancia, el entonces anciano enfermo había dejado ya para la posteridad una obra que, además de enaltecer a su patria y a todo el continente americano, favoreció el progreso y la civilización en todo el mundo.
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