2008, Número 2
Alerg Asma Inmunol Pediatr 2008; 17 (2)
Tacrolimus en las blefaroconjuntivitis graves
Torre MF
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 5
Paginas: 70-73
Archivo PDF: 176.60 Kb.
RESUMEN
El uso de tacrolimus como agente micótico supresor ha mostrado sus beneficios en pacientes transplantados de corazón, pulmón, hígado, riñón, páncreas, intestino delgado y médula ósea; sin embargo, suele manifestar contraindicaciones en algunos pacientes, por lo cual se debe tener precaución. Obtenido por fermentación del Streptomyces tsukubaensis, en Japón, el tacrolimus es de 10 a 100 veces más potente que la ciclosporina. Se utiliza para el tratamiento de la dermatitis atípica del adulto y del niño. El tacrolimus induce una inmunosupresión, al inhibir la primera fase de la activación de las células T. En esta fase se activa la transcripción de ciertos factores que permiten que las células T progresen desde la fase G0 a la G1. El tacrolimus se fija a una inmunofilina, la FKBPB12, para formar un complejo que inhibe la actividad de fosfotasas de la calcineurina, y cataliza una reacción de desfosforilización, crítica para la transcripción del gen de las linfocinas. La reducción de los niveles de los activadores de las células T reduce la respuesta proliferativa de estas células frente a antígenos y mitógenos. Todas estas acciones provocan una disminución del reconocimiento de los antígenos y una regulación de los efectos inflamatorios en las blefaroconjuntivitis graves. La administración se realiza por vía oral, parenteral o utópica, recomendándose la parenteral por su acción más directa. Entre las precauciones que deben tomarse ante la administración de este medicamento están el evitar la exposición al sol y la fototerapia. No se debe administrar en mujeres embarazadas ni en menores de dos años. También hay que evitar el contacto con los ojos cuando se utilice el tacrolimus ungüento. Entre los padecimientos en los cuales el tacromimus puede utilizarse se pueden nombrar la blefaroconjuntivitis, la estafilococia, la seborreica, la disfunción meibomiana, la conjuntivitis atópica perenne, la queratoconjuntivitis atópica, la conjuntivitis alérgica microbial, la queraconjuntivitis asociada a la rosácea y la conjuntivitis por sequedad ocular.REFERENCIAS (EN ESTE ARTÍCULO)