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Salud Mental 2007; 30 (1)
Idioma: Ingles.
Referencias bibliográficas: 35
Paginas: 25-30
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RESUMEN
La esquizofrenia ha sido el principal diagnóstico psiquiátrico asociado con la violencia. La prevención de la violencia a través del tratamiento ambulatorio se ha visto obstaculizada por diversas variables situacionales y muchos pacientes llegan a verse inmersos en un ciclo de continuas admisiones hospitalarias (fenómeno de la puerta revolvente).
La hipótesis central de la presente revisión es que la violencia en la esquizofrenia puede formar parte de un ciclo recurrente de hospitalizaciones psiquiátricas, en el que, combinados la falta de adhesión al tratamiento y el manejo inadecuado de la enfermedad por parte de los familiares, dan por resultado la manifestación del comportamiento violento.
Diversas investigaciones han mostrado que tanto los síntomas psicóticos, como las alteraciones del ánimo secundarias a su presencia y la falta de una conciencia de enfermedad, son las principales características de la esquizofrenia, asociadas con la manifestación de la violencia en dicho padecimiento.
Cuando los familiares no pueden manejar los síntomas psicóticos y el comportamiento violento del paciente, se busca la atención en un servicio especializado de psiquiatría, y con frecuencia, el paciente tiene que ser hospitalizado. La manifestación de conductas violentas ha sido considerada como una de las principales causas de hospitalización psiquiátrica.
Diversas investigaciones han documentado que los actos violentos se presentan con mayor frecuencia durante la admisión hospitalaria por un episodio psicótico que en otros momentos durante el curso del padecimiento. Asimismo, la hospitalización psiquiátrica pos sí misma reduce la frecuencia e intensidad de la violencia, debido probablemente al tratamiento con antipsicóticos y al entorno restrictivo de las instalaciones.
Tras la alta hospitalaria, los pacientes viven un proceso de transición mediante el cual van asumiendo mayor autonomía y control sobre diversos aspectos de su vida cotidiana. Sin embargo, este proceso se puede ver obstaculizado por las reacciones familiares secundarias al desgaste físico y emocional de vivir con un familiar con esquizofrenia. Asimismo, este desgaste puede verse exacerbado debido al antecedente de violencia en muchos de estos pacientes.
Se ha descrito que la percepción que tienen los pacientes y sus familiares con respecto a los síntomas de la enfermedad difiere significativamente de la de los especialistas de la salud mental. A veces, estas diferencias se asocian con falta de discernimiento y conciencia sobre la enfermedad y con la necesidad de tratamiento médico, lo que a su vez puede llevar a la suspensión del mismo.
La suspensión del tratamiento farmacológico induce a una eventual recaída cuyos signos más evidentes son los síntomas psicóticos.
No obstante, si un paciente tiene antecedentes de comportamiento violento, es muy probable que este comportamiento surja durante la recaída y que sea necesario considerar nuevamente la hospitalización.
En estos pacientes, en quienes la violencia tiene un importante papel en las hospitalizaciones recurrentes, es necesario considerar el establecimiento de programas clínicos, que incluyan la psicoeducación, dirigidos a incrementar la conciencia del paciente y de los familiares, sobre la enfermedad y la necesidad del tratamiento farmacológico.
El modelo presentado en esta revisión sugiere que la violencia en la esquizofrenia es una condición generada por diversos factores tales como los síntomas psicóticos, la falta de adherencia al tratamiento y el inadecuado apoyo social. La prevención de la conducta violenta en la esquizofrenia no sólo debe fundamentarse en el uso de antipsicóticos, ya que existen otras áreas en las que intervienen las características propias del individuo y su entorno social.
Los profesionales de la salud mental tienen la responsabilidad de trabajar en conjunto con los pacientes y sus familiares para prevenir la manifestación de conductas violentas. Es necesario realizar futuros estudios dirigidos a evaluar la forma en la que los servicios de salud mental pueden ser más efectivos en la reducción y prevención de la violencia en la esquizofrenia.
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