2024, Número S1
La feminización de la medicina en México. Nada nuevo en la medicina respiratoria
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 3
Paginas: s86-88
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Lo que pasó, está pasando todavía.
OCTAVIO PAZ
El presente artículo tiene por objetivo hacer una breve revisión de la aportación histórica del artículo titulado: "La Doctora en Medicina Contemporánea", escrito por el doctor Ismael Cosío Villegas y publicado en NCT, antes Revista Mexicana de Tuberculosis, en el primer número (volumen 12) de 1951;1 así como revisar la evolución del tema y su estado actual. Es indiscutible el papel de la mujer en el desarrollo de las sociedades y las diferentes civilizaciones, desde la prehistoria y hasta la actualidad. En el ámbito laboral, su participación ha estado presente en todo momento histórico; ha desarrollado roles muy definidos, como el trabajo doméstico, hasta todo tipo de actividad profesional contemporánea.
En el siglo XIX, una de cada 20 mujeres sólo realizaba trabajo remunerado como empleada doméstica. Esto fue cambiando con las guerras y la industrialización, períodos en los que todavía predominaba la mano de obra masculina. En el siglo XX, durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres sustituyeron en buena medida a los hombres en el trabajo de las fábricas, ya que la población masculina debía estar en el frente de batalla, y así, con la participación de las mujeres, la economía mantuvo su desarrollo. De forma paulatina, las mujeres se han ido sumando a la actividad laboral, ocupando inicialmente puestos como maestras, secretarias, enfermeras o institutrices; en la actualidad, la mujer desempeña actividades profesionales en todos los campos, como parte indispensable de toda sociedad. Uno de los hechos históricos más significativos de la época moderna son los logros en la mejora del estatus social de la mujer; ha ocurrido una verdadera revolución en la realidad de la vida de la mujer, lo que la ha llevado a una creciente independencia. En "Tiempo nublado" (1983), obra del poeta Octavio Paz, expresa su reconocimiento por el movimiento de liberación de la mujer, escribe: "Este movimiento comenzó mucho antes y se prolonga todavía varias décadas [...] se trata de un fenómeno que está destinado a perdurar y cambiar la historia".
LAS MUJERES EN LA MEDICINA
En el siglo XVII, la mujer tenía dos destinos posibles: casarse o entrar a un convento. Es hasta el siglo XVIII, cuando empiezan a destacar las mujeres en la medicina. En esa época, se pensaba que la medicina, las ciencias y la tecnología no eran actividades apropiadas para las mujeres; esto se debía a prejuicios de padres y maestros, así como a estereotipos sexuales que asociaban a los varones con características como competitividad y objetividad, cualidades que, se decía, no tenían las mujeres. Las primeras mujeres en distinguirse en la medicina tienen en común haber pasado múltiples dificultades para lograr sus objetivos. En el mundo destacan dos mujeres como las primeras en recibir el título de médicas: Dorothea Christiane Leporin, Quedlinburg, Alemania (1715-1762, Figura 1) y Elizabeth Blackwell, Estados Unidos de América (1831-1910, Figura 2). En esos años, el ingreso a las universidades no estaba permitido para las mujeres, por lo que, en 1742, Dorothea Christiane Leporin escribió una disertación titulada "Una investigación profunda de las causas que evitan que el sexo femenino curse la universidad". Su ingreso a la universidad fue gracias a la autorización de Federico II el Grande, rey de Prusia en 1741, quien apoyaba la ciencia y la cultura. Dorothea Christiane Leporin recibió el título de médica en 1754. Por su parte, Elizabeth Blackwell fundó el New York Infirmary, primer hospital dirigido únicamente por médicas y, en 1867, fundó una escuela de medicina, que le permitió ofrecer apoyo para estudiar medicina a mujeres estadounidenses y de otras partes del mundo, como Rusia, Suecia e Inglaterra.
En México, el 20 de septiembre de 1551, se creó la Real y Pontificia Universidad de México por una orden real del emperador de Alemania Carlos V (Carlos I de España) y, de forma paralela, se inició la Facultad de Medicina. El primer diploma de médico en México fue otorgado a Juan Blanco de Alcázar, el 10 de agosto de 1553.2 Tuvieron que transcurrir más de tres siglos para que, en 1887, la primera mujer mexicana obtuviera el título de médica, me refiero a Matilde Petra Montoya Lafragua (1859-1938, Figura 3), quien lo obtuvo después de superar diversos impedimentos por su condición de mujer por el pensamiento de la época y por acusaciones de inmoralidad por observar cadáveres desnudos en los anfiteatros. Matilde Montoya sustentó su examen profesional en la Escuela Nacional de Medicina; ante la presencia del entonces presidente de la República Mexicana, el General Porfirio Díaz, fue evaluada por seis médicos. Más adelante, en 1926, junto con las doctoras Aurora Uribe y Antonia Leonila Ursúa López es cofundadora de la Asociación de Médicas Mexicanas.
Afortunadamente, el tema de la mujer y la medicina ha llamado la atención de escritores ilustres y del destacado neumólogo mexicano Ismael Cosío Villegas. Sus reflexiones, publicadas en NCT en 1951, siguen siendo totalmente vigentes, útiles y de gran trascendencia, como lo calificó Pedro Alegría Garza en su comentario al mismo trabajo.3 El doctor Cosío Villegas aborda aspectos de tipo social, cultural, económico y humanístico; analiza como éstos inciden en la evolución de la medicina y resalta la misión social de la misma. Hace alusión a la importancia del enfoque social y colectivo que debe tener la medicina y, de ahí, el lugar preponderante de la salud pública sobre la medicina individual y en la vida de las personas. Asimismo, destaca la supremacía del trabajo colectivo sobre el trabajo individual en la labor médica, así como sus implicaciones en el bien común y para un mundo más justo y mejor, escribe: "es un grave mal que el médico viva del enfermo, lo que pareciera que es deseable que cada vez sea mayor el número de enfermos y de forma paralela más médicos, lo cual en el fondo es una desgracia social". En contraste, el médico debe encontrar su misión en el estudio y la aplicación de métodos de prevención de la salud. Más adelante, argumenta sobre la posición de las mujeres médicas en su época; ya destaca que cada vez es mayor el número de mujeres en la profesión y no deja de comentar los conceptos negativos hacia la mujer, como el hecho de que sólo por ser mujeres, se les consideraba no aptas para estudiar medicina ni para ejercerla en sus diferentes campos, tanto clínicos como de investigación. Destaca que, para alcanzar el éxito en la medicina, se requiere de vocación, capacidad, inteligencia y carácter; cualidades que no están ligadas al sexo, todas ellas las pueden poseer tanto hombres como mujeres. En su artículo, el doctor Cosío Villegas se describe a sí mismo como un defensor y un admirador de la mujer moderna, tanto en su papel de estudiante como de profesionista; al seguir defendiendo el aspecto social de la medicina, afirma que la mujer médica se adapta perfectamente bien al entorno.
En la actualidad, es evidente la presencia creciente de las mujeres en el ámbito de la ciencia, la tecnología y la cultura. Afortunadamente, ya no se puede hablar de su exclusión en las universidades o instituciones de investigación. Hace casi cuatro décadas, la mitad de la matrícula de estudiantes en la Facultad de Medicina de la UNAM eran mujeres, en la actualidad, son un poco más de 60%. Después de muchos obstáculos, las mujeres médicas han obtenido grandes logros, integrándose en todos los campos de la medicina y en algunos casos superando a los hombres. Las diferencias biológicas entre los hombres y las mujeres son reales, pero hay que reconocerlas como una gran fortaleza. Adquirir, preservar y aplicar el conocimiento, confiere un poder inherente a quienes se dedican a la academia y a la ciencia, siendo las mujeres portadoras legítimas de esta invaluable fuerza intelectual.
Concluyo diciendo que, aunque mucho se ha logrado, aún hay un camino largo por recorrer, promoviendo la excelencia mediante la integración de la igualdad de géneros y la ocupación de puestos de toma de decisiones por las mujeres.
REFERENCIAS (EN ESTE ARTÍCULO)
AFILIACIONES
1Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias Ismael Cosío Villegas. Ciudad de México, México.
Conflicto de intereses: la autora declara no tener conflicto de intereses.
CORRESPONDENCIA
Dra. Renata Báez-Saldaña. Correo electrónico: baezrd@unam.mx