2023, Número 4
El pilar de la cirugía plástica mexicana
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 0
Paginas: 149-151
Archivo PDF: 120.49 Kb.
Hace un siglo nació el maestro Fernando Ortiz Monasterio y por este motivo, en días pasados, sus alumnos le rendimos un homenaje académico en el Hospital General de México.
La ocasión me lleva a ofrecer mi opinión sobre un personaje multifacético que podríamos describir como médico, científico, deportista olímpico, académico, personaje apasionado por la pintura y la arqueología, o maestro de Cirugía Plástica. No podemos obviar que siempre fue un caballero íntegro, de pensamiento claro, congruente con sus ideas y sus acciones, quien después de cursar tres años de residencia en Cirugía Plástica, en diversas ciudades de Norteamérica, luchó desde su regreso al Hospital General de México para convencer a las autoridades que requería un espacio para formar un Servicio de Cirugía Plástica, una especialidad desconocida aún en el país, para ofrecer dicho servicio en el hospital. En 1956, le dieron la mitad del pabellón 7 y ahí formó el Servicio de Cirugía Plástica e influido por las ideas de las residencias médicas norteamericanas, fundó la primera Residencia de esta especialidad del país, la Dirección de Postgrado de la UNAM le otorgó la idoneidad hasta 1962. Como la especialidad era desconocida en nuestro país, para hacerlo se basó en el programa de estudios que ofreció el mismo Dr. Ortiz Monasterio. Ya aceptado dicho programa con sus lineamientos elevados de docencia, las nuevas residencias que se fueron formando con el tiempo en forma natural se apegaron a este programa y finalmente la estructura programática del Consejo Mexicano de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva, del cual fue fundador, se basó en los mismos lineamientos.
Otro mérito en la docencia lo tuvo cuando era el Presidente de la AMCPER en 1971 con la creación del Concurso Nacional de Residentes de Cirugía Plástica, mismo evento que lleva su nombre. Éste es un ejercicio que ha entusiasmado e impulsado a cientos de residentes de todos los servicios, por los senderos de la investigación científica formal. Ha sido tan exitoso que la Federación Ibero-latinoamericano lo replicó entre los países que la forman.
Una de las grandes enseñanzas que recibimos sus alumnos es que ningún compromiso está por encima del que se adquiere con un paciente, además enfatizaba que deberíamos sentir que es un privilegio poder atender a los pacientes de escasos recursos de las Instituciones del Sector Salud.
Por su constante actividad académica, con presentaciones en diversos foros, demostró la importancia de la Cirugía Plástica en la Medicina Nacional; por eso, fue electo en 1974 como Presidente de la Academia Nacional de Medicina y desde esa posición se desempeñó por 10 años como Coordinador del Comité de Certificación de Especialidades en la misma Academia, en colaboración con la Secretaría de Salubridad y Asistencia y las universidades. Esto revistió una gran importancia para los cursos universitarios, ya que esa etapa fue en la cual se consolidaron los rubros que rigen hasta la fecha a todas las especialidades médicas del país, y que les confieren homogeneidad en los parámetros básicos. Específicamente al cómo enseñar, dónde enseñar y cuánto tiempo se requiere de aprendizaje. Siempre pugnó por mantener la más estrecha relación entre la Academia Nacional de Medicina, los Consejos de Especialidades y las universidades del país. Desde 1982 lo nombraron Asesor Académico de los Cursos de Maestría y Doctorado en Ciencias Médicas de la División de Estudios de Postgrado de la UNAM.
Como un hombre de ciencia, tenía una intuición especial para captar fenómenos aún no descritos y sus dudas las convertía en investigaciones formales que lo acercaran a la verdad del conocimiento y como siempre fue un entusiasta informador de sus resultados, así como un respetuoso crítico de aquellos con los cuales no concordaba, se apegó a las formalidades universales de la ciencia, para reconocer y aceptar que, por razón natural, las antiguas verdades tienen que ir cambiando por los nuevos conocimientos y si le agregamos que poseía un enorme carisma que le facilitaba sus relaciones interpersonales, así entendemos por qué fue un profesionista tan influyente.
Fue el Cirujano Plástico más completo que conozco, que en sus inicios se enfocó en el tratamiento de pacientes quemados y al unísono hacía la mejor cirugía de mano en el país, después se interesó por los pacientes de labio y paladar hendidos y por esto formó la Clínica de Labio y Paladar Hendido (LPH) en el Hospital General de México y estableció los protocolos de tratamiento que han seguido todas las clínicas que se formaron después. Sin embargo, fue más allá en sus deseos de atender a este tipo de pacientes y después de encontrar que existe una alta tasa de nacimientos de estos pacientes y no había atención en todos los estados federales de la República, fundó "las brigadas quirúrgicas para pacientes con LPH" en sus comunidades, sólo se requería de hospitales de segundo nivel, porque la brigada llevaba cirujanos plásticos, anestesiólogos, enfermeras, material y equipos de cirugía, además iban odontólogos y ortodoncista, así como terapista de lenguaje. Esto no tenía ningún costo para el paciente y el personal tampoco cobraba ningún emolumento. Los gastos generales los soportaba el Gobierno del Estado a través del DIF. Hasta la fecha se continúan estas Jornadas por Miembros de la AMCPER, se han operado miles de pacientes con este sistema.
Su obsesión por mantenerse actualizado lo llevó en 1970 a trasladarse a París con Paul Tessier, para aprender cirugía craneofacial; a su regreso en 1971, estableció la clínica de cirugía craneofacial, para iniciar esta labor asistencial en el Hospital General de México, que fue el primer hospital en el país en realizar estas cirugías. Para 1979 le otorgaron un número especial de la Revista Cirugía Plástica Ibero Latinoamericana, dedicado a informar sobre la experiencia del Hospital General de México en cirugía craneofacial, número coordinado por él y escrito en conjunto con quienes éramos médicos adscritos y residentes de ese momento y por los variados especialistas que conformaban esta clínica. En pocos años, la experiencia que adquirió en esta disciplina en el Hospital General de México y en el Hospital Gea González, lo colocó entre los cirujanos líderes en este campo a nivel mundial.
Con la extraordinaria habilidad que tenía para enseñar nos insistía que el conocimiento se adquiere sólo en forma activa; cuando se lee, se estudia, se investiga, se ejecuta, se analizan los resultados, se exponen los conceptos y se someten a la crítica de la comunidad científica. De igual manera, fue enfático al sostener y poner en práctica, que la habilidad psicomotora de un cirujano en formación sólo se adquiere operando.
Existen poco más de 300 alumnos, entre mexicanos y extranjeros de 20 diferentes países, que llevan con orgullo el emblema de pertenecer a la escuela mexicana de cirugía plástica de Fernando Ortiz Monasterio.
Ser un constante informador de sus conocimientos lo convirtió en el principal promotor que ha tenido la Cirugía Plástica dentro de la comunidad científica mexicana, sus frecuentes publicaciones de la investigación clínica y sus conceptos en la ciencia, expuestos en diferentes foros, fueron invaluables para convencer al mundo médico de México que la Cirugía Plástica debería ser considerada una especialidad de respeto.
En un análisis de su excelente producción científica se encuentran siete artículos que fueron producto de sus investigaciones clínicas, que han sido citados más de 1,500 veces en el Citation Index y han establecido conceptos en la ciencia hasta ahora vigentes. A todo lo anterior se le agregan algunas decenas de publicaciones de cirugía estética y de otros temas, que en conjunto hacen que su obra se eleve a siete libros y 216 publicaciones, dentro de las que se encuentran 51 capítulos de libros; todo esto con una mezcla de temas tan variados que le dan un matiz de eclecticismo verdaderamente envidiable. Esto lo llevó a tener un enorme reconocimiento internacional, ya que pocos cirujanos plásticos en el mundo se pueden dar el lujo de escribir como expertos en todos estos temas. Como personaje académico, perteneció a 15 sociedades médicas mexicanas y 17 extranjeras, además, fue miembro honorario de 14 sociedades más. Ocupó la presidencia en muchas de ellas, naturalmente en la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva y la Academia Nacional de Medicina, pero también en algunas internacionales como la International Society of Craniofacial Surgery y la American Association of Plastic Surgeons.
En 1994 fue asignado Profesor Emérito de la Facultad de Medicina de la UNAM y al correr del tiempo fue nombrado Profesor Huésped de 28 universidades en diferentes países, le otorgaron 20 cátedras especiales en diversas universidades del mundo.
Recibió 26 premios y condecoraciones, dentro de ellos el Premio Universidad Nacional en Docencia de Ciencias Naturales y el Premio a la Excelencia Médica, en el año 2000, por la Secretaría de Salud, como el "Cirujano Plástico del Siglo XX".
Finalmente podemos relatar que le otorgaron cuatro Doctorados Honoris Causa, que fueron en universidades de Bolivia, Uruguay y Francia, pero el que fue su mayor orgullo, sin duda, el de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Quiero finalizar con una reflexión que expresó el Maestro en su ceremonia de Homenaje por sus XXV años de Recepción Profesional, en la Academia Nacional de Medicina, que representó en ese momento, la filosofía que llevó en su vida profesional. Cito textual: "Una vez que se ha iniciado la marcha por el camino que busca la verdad, que se ha experimentado el placer de aprender, de comunicar y de enseñar, no es posible parar y volver atrás. Digo esto, con la convicción inquebrantable de que la estupenda aventura intelectual de la vida debe vivirse en su totalidad, de que el reto y la responsabilidad deben aceptarse plenamente. Por esto, la obra debe ser realizada hasta el fin, es necesario seguir el camino. Andarlo en el más amplio sentido, no por satisfacer el afán de cambio ni para pasar de una etapa a otra con imperiosa necesidad, es para hacer que permanezca el espíritu en viva y constante tensión creadora", fin de la cita.
Yo digo que quien se dedica a la ciencia tiene que ser un iconoclasta, que en su vida repasa el camino que otros anduvieron, mira lo que otros miraron, pero ve lo que otros no vieron. Tiene que ser un rompedor de antiguos mitos y también de viejos paradigmas. Así era el maestro Fernando Ortiz Monasterio.
Después de analizar su vida profesional y su entrega absoluta por la difusión de la cirugía plástica, se entiende plenamente por qué sostengo que fue el pilar principal de la Cirugía Plástica Mexicana.
AFILIACIONES
1 Cirujano plástico y reconstructivo. Hospital General de México. México.
CORRESPONDENCIA
Dr. Nicolás Sastré-Ortiz. E-mail: nico8554@gmail.com