2022, Número 1
Estadio del espejo de Lacan. Ejemplos en la práctica del médico pediatra
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 9
Paginas: 45-48
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RESUMEN
El conocido estadio del espejo designa el justo momento ontológico y psíquico de la evolución humana acontecido entre los seis y 18 meses de vida, etapa en la que el niño anticipa el dominio e integración de su ego como una estructura corporal unificada, independiente e individual. Este intrincado fenómeno natural requiere la estimulante identificación e interpretación de la imagen de un semejante, el justo reflejo de la percepción de su YO proyectada en el congénere de enfrente. "Le State du miroir comme formateur de la fonction du Je" es el principal escrito de Jaques Lacan, un renombrado psicoanalista francés en el que concibe el concepto de la ley del espejo tras numerosos estudios experimentales; argumentando la precisa identificación egocéntrica y el potencial nacimiento del narcisismo experimentado a temprana edad en el instante del establecimiento de la conciencia de sí mismo. Es un hábito frecuente, muchas veces inconsciente e ilusorio, proyectarnos en la figura de los demás atribuyendo defectos y virtudes que sólo nuestros sentidos desean percibir; la teoría del espejo propuesta por el autor nos invita a cambiar esta perspectiva errática a la plena concientización racional de las cualidades y deficiencias que realmente poseemos sin esperar la refracción del espejo asentado en los demás, esto con la magnífica oportunidad de relacionarnos con el entorno y de manera recíproca descubrirnos y encontrarnos a sí mismos.INTRODUCCIóN
La edificación paulatina del YO como identidad psíquica independiente e individual lo experimenta naturalmente el niño entre los seis y 18 meses de edad, en buena parte debido a proyecciones o reflejos de algún aspecto de la incipiente, y después ya consolidada, personalidad, que positiva o negativa, permite el equilibrado establecimiento adaptativo de las relaciones interpersonales. Es la etapa precisa en la que el infante se encuentra en capacitación gradual para autopercibirse e interpretar su imagen corporal completa frente al espejo tomando plena consciencia de su singularidad como unidad estructurada e integral. Este concepto concebido de la escuela psicoanalítica propuesto por Jaques Lacan en la década de los 30 argumenta que en tal fenómeno de apreciación y procesamiento del estímulo informativo visual convergen, sin duda, varios procesos prioritarios destacando la maduración eficiente de las áreas cognitivo-cerebrales.
Para que ocurra este dinámico e intrincado proceso es indispensable la existencia de un semejante que sirva de estímulo; aquel OTRO debutante es, en un principio, la madre, el modelo háptico y visual, sustantivo de identificación sensitivo corporal, el eje trascendental de la configuración de su imagen inicial, disociada y fragmentada. La sensación de angustia y temor normalmente sufridos por el menor ante la ausencia física de la madre durante esta fase va desapareciendo frente a la gradual experimentación de placer y regocijo de contemplar y ver reflejado su propio cuerpo entero y correctamente fusionado, sin asistencia persuasiva de la imagen maternal dada su dependencia física por obviedad de su impotencia e incoordinación psicomotora y la anticipación anhelada del dominio de su unificación corporal del todo. El motivo relevante del estadio del espejo es la preparación organizada del YO individual, de modo que es fundamental la activa estimulación proveniente de un ser externo muy similar.1,2
Destaco como frase ilustrativa: Hay dos maneras de difundir la luz… ser la lámpara emisora o el espejo que la refleja. (Edith Wharton, escritora neoyorquina de estilo irónico).
¿QUé EXISTE DETRáS, FRENTE O A LOS LADOS DE UN ESPEJO?
Se ha teorizado en tiempo reciente la importancia, fantasiosa e ilusoria, de las distintas y variadas características del aspecto, cualidades, defectos y virtudes. La mismísima esencia innata de una persona que sólo representaría la refracción de un espejo ajeno y exterior, pero intrusivo en nuestra mente haciendo eco reverberante en nuestro interior; así se podría definir "La ley del espejo", el evidente desencanto, disgusto o rechazo de algún detalle o peculiaridad desagradable de un semejante sólo existe en nosotros mismos sin provenir del ambiente externo. De hecho, tal eventualidad es inconsciente y algunas veces irreal, promovida por la proyección psicológica inmediata como mecanismo de defensa, miedo o retiro prejuzgando las acciones, ideas y sentimientos de los demás completamente inaceptables e incluso repudiadas por nosotros mismos. Algo complejo es comprender la transferencia de nuestra realidad sin ningún filtro a la gente con la que se convive, formulando así una verdad de nuestras características naturales y personales asentadas en el entorno exterior.
EJEMPLOS DE NUESTRA VIDA DIARIA
En numerosas ocasiones argumentamos, con toda sinceridad, conocer del todo a ciertas personas, obteniendo su estimación, amistad y alguna vez es tal la cercanía que podemos intimar con ellas; la contundencia del fenómeno del espejo, en término de la verdad, da lugar al molesto despertar y ensoñación de que sólo es un reflejo proyectado de nuestra inherente realidad (Figura 1). Únicamente superponemos nuestra errática visión en la imagen emocional y física de tal persona así captada por nuestros sentidos. La inteligencia emocional nos invita a cobrar consciencia de lo que somos sin anhelo de proyectarnos al exterior, el efecto permisivo de la consistencia y habituación de esta metodología psíquica incuestionablemente facilita tomar el control de nuestro YO, recuperando las riendas en el manejo de los aspectos muy personales que en realidad no queremos poseer, transformándolos en energía entusiasta y revigorizante, o hacerlos a un lado de nuestra cotidianidad sin posibilidad alguna de sufrimiento sentimental. Es de gran trascendencia identificar la subjetividad o falta de interpretación sagaz de aquella información interpretada y percibida como cierta cuando, de hecho, no lo es, evitando distorsiones perturbadoras al momento de intentar una convincente relación social o, incluso, con nosotros mismos.3
Un ejemplo ilustrativo es la superación oportuna del complejo de conmociones, pensamientos y dolorosos sentimientos de una herida emocional que suele acontecer en algún momento de nuestra vida, desistiendo del encarcelamiento quimérico al que estamos voluntariamente sometidos; en la incansable búsqueda del bienestar individual se alcanza la experiencia y sabiduría por un simple impulso razonado. La cicatriz subrepticia desata alteraciones del espectro ansioso y del estado de ánimo justo en el momento de que se abre resucitando antiguas carencias afectivas cuando no se sana por entero. La unión amorosa con una pareja con vacíos sensibles muy semejantes teóricamente fortalece un compromiso, alejando por cuenta propia el sufrimiento que ahora les es ajeno y distante; esta única comunión está robustecida por las heridas, un acontecer emergido del reflejo de un espejo. Aun así, puede ocurrir dehiscencia pese a la firme cohesión pasional por las consecuentes celopatías, inseguridades, miedos infundados o posesión fallida; probablemente proyecciones sin el escrutinio analítico adecuado que imposibilita evolucionar o renacer estacionándonos en la fragilidad sentimental, casi seguro, por siempre.
Tal como lo describo en otras publicaciones referentes a distintas psicodermatosis como las excoriaciones psicogénicas, o la tricotilomanía; corresponden a representaciones somatiformes en el contexto de la obsesión-compulsión que desde una perspectiva psicodinámica se documenta un efecto inverso de la ley del espejo. La figura jerárquica de una madre ambivalente, hipercrítica, hostil, intolerante e inclusive agresiva es incapaz de tolerar un vínculo comunicante afectivo y empático con su joven hijo desvalido y sometido, ejerciendo el poder autoritario reflejando su nulidad para manifestar sus derechos e intereses. La acción consecuente y reiterada es el autocastigo y flagelación como proyección de la incompetencia de sobreponer sus pensamientos y sentimientos ya denostados desde la primera infancia, el YO fracturado frente a una imagen castrante superior a la que se debe subordinar. Es así que dentro de un núcleo familiar disgregado se perpetúa la ansiedad y depresión con refracción de la egodistonía hacia la atención desmedida a los demás.
El comportamiento patológico evidente de estos pacientes es visualizarse con estresante e incontrolable detenimiento y de forma reiterativamente molesta en el espejo con singular carácter ceremonial preferentemente nocturno, identificando y manipulando cualquier defecto insignificante de la piel, quizás un área limitada de fina descamación, un folículo piloso taponado o una mínima picadura de insecto. La magnificación agudizada de estos corresponde a la desfiguración y poca aprobación de su imagen ilusa mermada significando un simbolismo de represión inconsciente.4,5
PERSPECTIVAS COMPLEMENTARIAS
Gallup en los 80 estudió la teoría lacaniana y resume que un niño bien puede alcanzar y consolidar su imagen entera en el espejo y después repentinamente caer en depresión por la inexistente o inactiva función paternal. Para el psicoanalista existen tres dimensiones en la estructura topológica del sujeto: la imaginaria, asociada con representaciones figurativas; la realidad, aquello que no puede ser imaginado y se resiste a integrarse al campo del lenguaje y, finalmente, la simbología íntimamente vinculada con la última. Así la denominada forclusión presente en el desarrollo normal del ego y particularmente en aquellos con tendencia psicótica hace referencia al genuino rechazo de un significante trascendental en el plano del universo simbólico, la imagen paterna que al no existir en el inconsciente significativamente no es objeto de represión. Su ausencia en los símbolos importantes para la persona sólo la encamina como única vía a la ilusión o ideación delirante. Por otra parte, la investigadora comprobó en el marco conductivista los previos experimentos de Lacan del estadio del espejo mediante la prueba del espejo.6
Como previamente se mencionó "toda figura de apego emocional nos ofrece la oportunidad del reflejo ya para bien o mal, pues la conducta proveniente del exterior nos proporciona información objetiva de nuestra realidad existencial". La tesis propuesta de la atracción y adaptación al ser querido se fundamenta en la semejanza de las características de la personalidad del OTRO con las nuestras; si la exaltación jubilosa del niño al reflejarse en el espejo no se corrompe con el tiempo, este sano aprendizaje se extrapolará en beneficio recíproco al consentir una relación interpersonal o social. No sucederá así en la elección de la persona que nos disgusta o incomoda pues reflejamos, quizás de manera inocente, no ser objeto de ser aceptados. Bien cabe la consigna "las personas sólo te devuelven el reflejo de lo que en realidad eres".7
Con anterioridad se creía que la mayoría de los animales no mostraban algún interés en observarse en el espejo; sin embargo, a principios de siglo diferentes informes científicos documentan en nuevas situaciones experimentales derivadas de la prueba del espejo que ciertos primates superiores como cerdos, delfines y elefantes bien pueden identificarse y reconocerse de manera comparable a los seres humanos.8
En el tortuoso camino del análisis de la personalidad, Marston desarrolla un proyecto arquetípico en un intento de categorizar la conducta humana sustentándolo en cuatro direcciones a saber: riesgo, extroversión, paciencia y normas; es el sistema PDA que permite examinar el "perfil de la conducta natural de las personas y su potencial de respuesta". Esta esquematización acelera y facilita la adaptación a diferentes personas con las que intentamos interactuar o relacionarnos, una metodología muy útil en los planos empresariales, laborales o incluso en el contexto social. Sin duda, en éste se cumplen los criterios de la ley del espejo al momento que un entrevistador del Departamento de Recursos Humanos de alguna institución encuentra semejanzas agradables y productivas del posible candidato proyectadas siempre en beneficio de la compañía.
COMENTARIO
La teoría del espejo formulada por Lacan impactó a la comunidad científica de su tiempo, pero paralelamente es una teoría que en la mesa se presta a controversia. Curiosamente antes de la invención del espejo recubierto de plata a mediados del siglo XIX el reflejo del agua cristalina, una jarra pulida de metal o el mismo lavabo, bien servían para visualizarnos constantemente de manera clara, bien definida y reflejada; sin embargo, lo que contemplamos no siempre corresponde a lo que obtenemos. Es posible estacionarnos en el terreno de la holgura usando el sencillo recurso natural de la proyección hacia el entorno que nos rodea, si se ejecuta con pleno juicio crítico y sanidad mental lograremos un invaluable crecimiento interior siempre entusiasta y emprendedor deseando siempre compartirlo con el prójimo.
Obedeciendo el pensamiento lacaniano, la sofisticada elaboración de nuestro ego se sostiene a través de la captación de uno mismo en los otros; así las potenciales relaciones interpersonales son proyecciones de aspectos genuinos pero inconscientes de nuestro propio YO que bien pueden agradar o no gustar. Otro malentendido al caminar en nuestro desarrollo personal es exclusivamente iluminar nuestro obscuro interior cuando gran parte de las enseñanzas se originan del exterior, quizás una fuente inagotable de autoconocimiento que exterioriza información de lo que verdaderamente somos.
Un punto de crítica a su teoría de unificación de la incipiente personalidad contemplaría la posibilidad del engaño, pignoración, y un dormido espíritu efímero de la autopercepción estructurada del YO como entidad inamovible e indolente. Para algunos estudiosos del tema, el aprobar el efecto integrador del espejo no tiene un mayor alcance que la coincidencia sincrónica cinestésica-visual del reflejo sin demostrar un sentido de concientización de identidad propia. Ya se mencionó cómo algunos animales pasan la prueba modificada y aún se duda de su exégesis consciente constituyendo el espejo sólo una herramienta de información de su existencia corporal sin el auténtico autorreconocimiento.9
Pese a las críticas y controversias objetivas; el postulado argumentado de Lacan es rescatable "las circunstancias del devenir habitual de un sujeto corresponde a la proyección de tu YO interno", si efectivamente transformas tu interior, la realidad también cambiará. En conclusión, el individuo deficitario en su adaptación psicosocial no es víctima de su entorno externo cuando le apetezca o no confrontar su realidad. El auténtico aprendizaje generado por este fenómeno, muchas veces adverso, consiste en aplicar algunas medidas básicas: una sana sabiduría y autoconocimiento, interpretación positiva de las sombras que entorpecen nuestro existir, experimentar una compasión y empatía sostenible, un justo equilibrio y humildad; la liberación definitiva de la victimización permanente acogiendo el buen humor y de manera especial nuestra bien lograda libertad.
REFERENCIAS (EN ESTE ARTÍCULO)
AFILIACIONES
1 Médico internista-dermatooncólogo. Hospital para el Niño del Instituto Materno Infantil del Estado de México. Coeditor de Interpsiquis, Academia Española de Psiquiatría Médica. México.
CORRESPONDENCIA
Dr. Antonio David Pérez-Elizondo. E-mail: davidantonio64@gmail.comRecibido: 17/01/2022. Aceptado: 22/02/2022.