2023, Número 2
Reacciones emocionales y conductas de salud en adultos mayores con depresión durante el confinamiento por la pandemia COVID-19
Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 22
Paginas: 71-80
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RESUMEN
Introducción: la pandemia por COVID-19 significó una crisis de salud pública en el mundo, la cual afectó en sus inicios principalmente a los adultos mayores por ser más susceptibles a desarrollar complicaciones graves que pusieron en riesgo la vida, por lo que se obligó a establecer medidas de prevención para evitar su propagación, con la promoción del confinamiento domiciliario y conductas de distanciamiento social. Sin embargo, estas medidas no estuvieron exentas de efectos nocivos sobre la salud de los adultos mayores, como afección del estado emocional, así como la presencia de depresión. Esto desarrolló sus propias conductas de salud que más los protegían. Objetivo: conocer las reacciones emocionales y las conductas de salud en los adultos mayores con depresión durante su confinamiento por el COVID-19. Material y métodos: se registraron 80 adultos mayores de 60 años y más, quienes contestaron la escala de reacciones emocionales y conductas de salud y a escala de depresión geriátrica de Yesavage enviadas por medio electrónico (WhatsApp). Resultados: 37.5% de los adultos mayores presentó depresión, las reacciones emocionales más predominantes en este grupo eran: estar molestos con familiares, agobiados, tener miedo a morir y coraje por el distanciamiento con su familia. Consideraban que el riesgo de más contagio son los propios familiares y la conducta de salud que más consideraron es el estar vacunados. Conclusiones: las medidas de prevención fueron eficaces para contener la pandemia, sin embargo, también son causantes de la presencia de reacciones emocionales que a su vez son factores de riesgo para determinar la depresión.INTRODUCCIóN
La pandemia por COVID-19 significó una crisis de salud pública en el mundo, debido al alto costo que representa para los sistemas de salud y su repercusión a nivel económico, social y psicológico en los individuos, más aún al considerar el alto índice de mortalidad en este grupo poblacional.1
El mundo se enfrentó a la tragedia de salud más grande del siglo XXI. La elevada incidencia e impacto a la salud a nivel mundial de la infección por SARS-CoV-2, obligaron a establecer medidas de prevención para evitar su propagación, con la promoción del confinamiento domiciliario y conductas de distanciamiento social.
En Jalisco, la pandemia por COVID-19 afectó de forma desproporcionada a la población mayor de 65 años, que representa 7.4% de la población en la entidad. En total habitan 616,512 personas de este grupo etario, de las cuales 55% son mujeres y 45% hombres (INEGI).2,3 Desde el inicio de la pandemia se identificó a los adultos mayores como el grupo más vulnerable para esta enfermedad ante la presencia de síntomas graves asociados al propio envejecimiento y sus comorbilidades, como síndromes geriátricos y fragilidad. Debido a estas características, algunos la definieron como una emergencia geriátrica.1,4,5
El concepto de envejecimiento se encuentra rodeado de muchas concepciones falsas, temores, creencias y mitos.6 Se asocia a cambios corporales, así como a una disminución de la función inmunológica, lo que predispone a la inadecuada respuesta a cualquier proceso estresor, generando susceptibilidad a infecciones.7 Sobre todo, el envejecimiento no es sinónimo de una vida sedentaria y rutinaria, no es una etapa donde inicie el deterioro de las capacidades físicas y mentales; al contrario, envejecer debe significar una etapa con un estilo de vida activo y productivo, lleno de vitalidad y motivaciones para mejorar su calidad de vida.8
Las primeras medidas de prevención durante la pandemia por COVID-19 fueron el confinamiento y distanciamiento social con el objetivo de proteger a este grupo vulnerable de la población, quedaron enclaustrados, impidiendo la entrada y salida a familiares y amigos externos al hogar, ocasionando aislamiento familiar y social.9
El confinamiento es una de las medidas obligatorias impuestas por los diferentes gobiernos del mundo debido a la notable capacidad de infectocontagiosidad del SARS-CoV-2. Sin embargo, estas medidas no estuvieron exentas de efectos nocivos sobre la salud de los adultos mayores, como afección del estado emocional, con la presencia de altos niveles de ansiedad, estrés, irritabilidad, depresión o miedo, agravado por la carencia de información oportuna sobre la enfermedad, preocupaciones económicas y el desempleo.10
El Gobierno de México11 identificó que algunos adultos mayores no tienen claro el motivo del confinamiento, ni la situación que se vivía durante la pandemia, producto de información poco precisa, así como su interpretación inadecuada durante el momento crítico, lo que provocó temor al contagio, al distanciamiento de su familia y pérdida del ingreso económico, aumentó la incertidumbre y preocupación sobre su condición de vida social y salud, obligados a seguir la rutina del hogar.
El distanciamiento social resultó una medida nociva para la salud de los adultos mayores, con el incremento de la sintomatología de algunas patologías debido a la inactividad física y el enclaustramiento, que se acompañó de largos periodos de soledad, frente la ausencia de contacto social, que llevó a la disminución casi total con familiares y amigos, acciones que repercutieron en la calidad de vida.5,8
Estos cambios afectaron principalmente la percepción de los individuos, el comportamiento, la salud emocional, las capacidades cognitivas y han expuesto la fragilidad como una limitante para su rutina y actividades esenciales, que convirtió en un problema crónico de salud.12
Otras medidas de prevención implementadas para evitar la propagación de COVID-19 fueron el frecuente lavado de manos, limpieza constante de superficies, uso de cubrebocas en lugares públicos y evitar tocarse la cara. Para alcanzar estos objetivos en la población de adultos mayores resultó imprescindible la supervisión de familiares y cuidadores cercanos.13
El confinamiento y distanciamiento social resultaron medidas efectivas para la prevención del contagio por coronavirus, sin embargo, junto a la incertidumbre, el miedo al contagio y la exacerbada cantidad de noticias alarmantes condujeron al deterioro de la salud emocional de los adultos mayores, lo que manifestó síntomas de ansiedad y depresión, con el condicionamiento de su calidad de vida, con el reflejo de vulnerabilidad frente a la pandemia.5,11,14,15
La depresión es uno de los trastornos psicogeriátricos de mayor incidencia en esta población, se caracteriza por afección al estado de ánimo y del afecto, con abatimiento emocional y afección de todos los aspectos de la vida del individuo. Este trastorno se asocia a personas confinadas en instituciones o sus hogares, es más prevalente en mujeres que en hombres, pero a partir de los 80 años esta proporción de invierte.16-18
A pesar de su relevancia clínica, los trastornos emocionales en personas mayores suelen ser mal diagnosticados y tratados de manera no adecuada a la realidad de esta población, debido a la presencia de otras enfermedades y el aislamiento social que los vuelve dependientes. Además, no existen criterios claros o consenso para su manejo, lo que dificulta su diagnóstico, más ante las manifestaciones atípicas e inespecíficas, que suelen confundirse como parte del envejecimiento en el imaginario social y cultural, que los define como personas condenadas a la tristeza por la edad.19
Durante el envejecimiento, al igual que en otras edades, la depresión es un factor de riesgo para la salud, porque conlleva preocupación excesiva y afección del funcionamiento cognitivo. Algunos autores consideran que esta preocupación excesiva es un motivante para el apego a las medidas de prevención, como el uso de mascarilla, evitar lugares concurridos, lavado constante de manos y distanciamiento social.20
También se ha evidenciado que las repercusiones de la depresión durante la pandemia han tenido su impacto debido a la ausencia de actividades recreativas y pérdida de la libertad en las tareas de la vida diaria debido al aislamiento obligatorio, que limitó las relaciones sociales y personales, condujo al aumento de labores en el hogar, alteraciones de los momentos de descanso y sueño prolongado, con posterior insomnio y trastornos de adaptación.6,21
El objetivo consistió en conocer las reacciones emocionales y las conductas de salud en los adultos mayores con depresión durante su confinamiento por el COVID-19.
MATERIAL Y MéTODOS
PARTICIPANTES
Se desarrolló un estudio de corte transversal, la población de estudio fueron adultos mayores que asistían a grupos comunitarios adscritos al Centro Metropolitano del Adulto Mayor en Zapopan, Jalisco. Se obtuvo una muestra no probabilística por conveniencia. Se contactó vía telefónica a la población adulta mayor que se encontraba en su hogar, a quienes se les enviaron por WhatsApp las escalas elaboradas en Google Forms para su contestación. Participaron 80 adultos mayores de 60 años. En la escala se incluyó una pregunta para determinar el consentimiento informado sobre la participación en el estudio, con el objetivo mantener la ética y confidencialidad de los resultados. La información fue recopilada durante los meses de enero a marzo de 2022.
INSTRUMENTOS
Se diseñó en Google Forms un cuestionario para evaluar las conductas de salud y las reacciones emocionales que los adultos mayores manifestaron durante el confinamiento por la pandemia, las preguntas se agruparon en cuatro dimensiones que evaluaron: 1) las características sociodemográficas y estado de salud; 2) reacciones emocionales que se manifestaron durante el confinamiento; 3) conductas de salud que consideraban para prevenir el contagio; y 4) actividades que realizaba diariamente durante el confinamiento por la pandemia.
Las respuestas se obtenían de listados de reactivos de cada dimensión que permitía identificar la frecuencia de las reacciones, conductas y actividades que manifestaban los adultos mayores durante su confinamiento.
Se integró la escala de depresión geriátrica de Yesavage (GDS) de Sheik &Yesavage, 1986, utilizada por Gómez-Angulo y Campo-Arias.22 Consta de 15 ítems que detectan síntomas cognoscitivos de un episodio depresivo mayor durante los últimos quince días. Esta escala deja de lado los ítems que evalúan los síntomas depresivos por su alta prevalencia en personas adultas mayores; por lo cual, es considerada una buena medida de tamizaje para depresión.
Además, la escala está conformada por un patrón de respuesta dicotómico (sí o no) respecto al estado emocional en la última semana. El puntaje se distribuye del siguiente modo: de 0-4 se considera normal, según edad, educación y quejas; de 5-8 indica depresión leve; de 9-11 depresión moderada y de 12-15 depresión severa. De los 15 puntos, 10 indican depresión cuando se contesta afirmativamente, mientras que los cinco puntos restantes, correspondientes a las preguntas 1, 5, 7, 11 y 13, indican depresión cuando se responde negativamente.
De igual modo, la sensibilidad del GDS fue de 92% y la especificidad fue de 89% cuando la evaluación se realizó con criterios diagnósticos y, para la diferenciación de las personas adultas mayores deprimidas y no deprimidas, demostró una consistencia interna que oscila entre α 0.76 y α 0.89.
ANáLISIS ESTADíSTICO
El procesamiento y análisis estadístico se realizó con el programa estadístico SPSS versión 21.0 para Windows. Se procedió al análisis descriptivo de la población de estudio mediante frecuencias y porcentajes para comparar la relación de la depresión con las reacciones emocionales y conductas de salud, se utilizaron las pruebas estadísticas de Pearson. Posteriormente se realizó el análisis de regresión logística bivariado y multivariado, se introdujeron las variables en bloque y se descartaron, una a una, al no mostrar significancia. Se realizó el cálculo de las razones de momios, con las reacciones emocionales de los adultos mayores con depresión con una significancia ≤ 0.050 e intervalos de confianza a 95%, a través de la prueba condicional de Mantel-Haenszel y multivariado con la bondad del ajuste global del modelo con los parámetros de pseudo R cuadrado de Cox-Snell y Nagelkerke.
RESULTADOS
El promedio de edad de la población evaluada fue de 69.23 años con una desviación típica de 7.981, siendo la edad mínima de 60 años y máxima de 91 años, con predominio del sexo femenino. El grado de estudios osciló entre primaria y preparatoria, sin embargo, se identificaron algunos adultos mayores con licenciatura.
En su mayoría son casados y viven con sus esposas e hijos. Su ingreso principal proviene de la pensión laboral y el apoyo familiar, la principal enfermedad concomitante referida fue la hipertensión arterial y diabetes, reciben la atención en la Secretaría de Salud (SSA) e ISSSTE (Tabla 1).
Respecto al estado de salud sentido por los adultos mayores durante el confinamiento, la mayoría refirió un buen estado de salud y otro porcentaje regular, sin embargo, la mayor preocupación de esta población durante el confinamiento fue la de morir solos en un hospital, sin la compañía de sus familiares. También expresaron temor de sufrir daños físicos, que causaran incapacidad para realizar sus actividades con independencia como consecuencia del contagio por la enfermedad.
También se identificó una proporción de adultos mayores que no se vacunó por sus condiciones de salud (11.3%), asimismo, se identificó un grupo de adultos mayores (15.0%) que enfermó de COVID-19, pero sólo presentó síntomas leves, sin consecuencias secundarias. Debe destacarse que un porcentaje elevado de familiares y amigos enfermó por COVID-19, muchos de los cuales fallecieron (Tabla 2).
Mediante la escala de depresión geriátrica de Yesavage, se detectó que 37.5% (n = 30) de los adultos mayores entrevistados sufre depresión, mismos que se distribuyeron en los tres niveles de depresión, la depresión leve fue la de mayor prevalencia, 66.7% (n = 20). Llama la atención que la mayor frecuencia de depresión se encontró en mujeres, casadas, vacunadas y que no presentaron enfermedad por COVID-19, sólo se dedicaban al hogar y sobre todo en población con alguna enfermedad crónica (Tabla 3).
De las emociones experimentadas por los adultos mayores al saber que se encontraban en confinamiento, la más frecuente fue el miedo a contagiarse por salir de casa (51.3%); sin embargo, también se refirió el enojo constante debido al encierro (15%), así como desesperación (11.3%) frente al exceso de tiempo libre, aunque la mayoría se refería consciente de la emergencia sanitaria, otros se sentían agobiados por constantes pensamientos negativos. Estas emociones se acentuaban al escuchar en los medios de comunicación sobre la pandemia, su preocupación crecía a la par que el número de muertes anunciados, así como su miedo a sufrir hospitalización por el contagio y el agravamiento de sus enfermedades.
En relación a síntomas físicos, los adultos mayores referían hormigueo o entumecimiento de alguna de las extremidades (18.8%), consideraban que era producto de la disminución de la actividad física que comúnmente realizaban fuera del hogar. También expresaron que el propio confinamiento los volvía incapaces de desarrollar sus actividades cotidianas. Y un grupo importante refirió no hacer nada (18.8%) y apenas dedicarse a sus actividades habituales del hogar.
En un porcentaje significativo de estas personas (35%) se identificó que después de tener una rutina cotidiana, no sabían emplear su tiempo libre durante el confinamiento, además de la constante preocupación frente la falta de contacto con amigos y distanciamiento con su familia (Tabla 4).
Con la finalidad de identificar la asociación de los indicadores emocionales con mayor presencia en adultos mayores con depresión se aplicó el análisis de regresión logística multivariado, tomando las variables que resultaron ser estadísticamente significativas de los resultados obtenidos en el análisis descriptivo y los análisis bivariados, las que presentaron mayor probabilidad de manifestarse fueron estar molesto con sus familiares con OR de 5.949 (p < 0.069, IC 95% 0.605-58.507), estar agobiado con pensamientos negativos, OR 4.573, (p < 0.006, IC 95% 1.267-16.502), así como tener miedo de morir sólo por COVID-19 (p < 0.031) (Tabla 5).
La enfermedad por COVID-19 se contagia de persona a persona, por ello es importante destacar que los adultos mayores tanto con depresión, como sin depresión, reconocían las diferentes formas de contagio, sabían que la forma de mayor riesgo era recibir visitas en casa, consideraban que debían mantenerse alejados de su propia familia y amigos, así como evitar lugares públicos y usar el cubrebocas (Tabla 6).
Para conocer las conductas de salud de los adultos mayores durante el confinamiento, se preguntó ¿cuáles medidas de cuidado realizaban para evitar el contagio de la enfermedad? Se identificó que la conducta de salud más frecuente fue la de estar vacunado, con una significancia estadística de p < 0.023, además consideraban otras conductas que reconocieron importantes, aunque no fueron significativas, como permanecer en casa, usar cubrebocas y lavarse las manos (Tabla 7).
DISCUSIóN
La pandemia por COVID-19 cambió la vida cotidiana del adulto mayor, la experiencia que vivieron debido a las medidas de prevención como el confinamiento, distanciamiento social y familiar se han considerado como algo excepcional, debido a que las reacciones emocionales y físicas que sufrieron modificaron las condiciones de su rutina diaria y calidad de vida.
Durante nuestro estudio se identificó un porcentaje considerable de adultos mayores con depresión, pudiera decirse que uno de los factores que influyó en la manifestación de esta afección fue la gran cantidad de información que circulaba sobre la pandemia, generando incertidumbre sobre lo que pudiera pasar con su vida, alterando su cotidianidad en relación al ámbito familiar y social.
Asimismo, Naranjo-Hernández21 señaló que las noticias generadas por la pandemia, la sobreinformación y angustia de no tener contacto con familiares y amigos ocasionaron inseguridad, desesperación, miedo, amenaza y soledad en esta población, lo que provocó depresión, irritabilidad, angustia y ansiedad.
Las reacciones emocionales con mayor prevalencia en este grupo de estudio fueron estar molestos con su familia debido al distanciamiento obligatorio y, sobre todo, estar agobiado con pensamientos negativos, esto provocó su miedo de morir solos por esta enfermedad.
En el estudio de Giai8 se destacó que el adulto mayor no debe sobrellevar estos cambios solo, la compañía y el apoyo de los suyos son fundamentales. No debe sentirse aislado, esto evita que la depresión los consuma en un abismo de soledad y tristeza. Además, en el estudio de Gutiérrez14 se refiere que el aislamiento social, el miedo al contagio y al fallecimiento de familiares se ven agravados por la angustia que causa la pérdida de ingresos y empleos, coincide con la Organización Mundial de la Salud (OMS) al señalar que este tipo de epidemias producen aumento de trastornos psicológicos como estrés postraumático, angustia, depresión y ansiedad.
Asimismo Pinazo-Hernandis5 puntualizó que durante la pandemia se difundió una gran cantidad de noticias alarmantes que generaban incertidumbre en la población, acentuando el miedo, amenaza y soledad, mismas que provocan en el ser humano emociones tan comunes y naturales como la ansiedad, estrés, frustración y malestar, debido a los riesgos para la salud.
En este estudio resalta la importancia que los adultos mayores conocieran las formas de contagio para que replicaran las conductas de prevención, como el aislamiento y distanciamiento social, por considerarse una población propensa de sufrir la presentación más grave de esta enfermedad, a diferencia de otros grupos de edad.
Este resultado concuerda con el trabajo realizado por Pinazo-Hernandis5 quien señala que el aislamiento social y la prohibición de visitas a las personas mayores se han convertido en medidas habituales de prevención. Sin embargo, esta situación de emergencia ha generado reacciones emocionales, cognitivas, fisiológicas y conductuales que pudieran manifestarse como consecuencia de la soledad e inactividad social. Asimismo, González-González15 concluye que el mayor riesgo de contagio en adultos mayores sucedía en su hogar, debido a la convivencia con los miembros más jóvenes de la familia.
Estar vacunado fue la conducta de prevención que los adultos mayores consideraban de mayor importancia. De acuerdo a la información difundida por medios de comunicación y reportes periodísticos relacionados al constante lavado de manos, limpieza de superficies y uso de cubrebocas, se realizaron con la finalidad de crear nuevos hábitos de prevención para regresar a la normalidad, mientras se lograba la cobertura de la población con vacunas contra la COVID-19.
CONCLUSIONES
La información que arrojó nuestro estudio permitió conocer las reacciones emocionales que se presentaron con mayor frecuencia en el adulto mayor durante el aislamiento en el hogar, que pueden considerarse en futuras situaciones de confinamiento, con el fin de implementar estrategias y acciones de intervención para prevenir la percepción de soledad y la afectación del estado emocional, especialmente para esta población vulnerable, como el apoyo social y familiar que mejoren su calidad de vida.
A pesar que el distanciamiento social y confinamiento fueron importantes medidas de prevención durante la pandemia, debemos señalar que también son causantes de soledad y esta, a su vez, es un factor de riesgo para la depresión en el adulto mayor.
Una de las limitaciones que mostró este estudio es que el tamaño de la muestra no permitió establecer una relación entre las reacciones emocionales y las medidas de prevención con el estado depresivo. Sabemos que la depresión en el adulto mayor tiene características propias, es fundamental conocer los factores de riesgo y sintomatología para lograr que el adulto mayor enfrente las situaciones de crisis de manera más eficaz.
La necesidad de establecer constantes medidas de prevención y cuidado frente a futuras pandemias, permitirá generar estrategias para lograr la reducción de su impacto en la salud física y emocional del adulto mayor. Con esto se apoyará a los sistemas de salud en situaciones de crisis como la reciente pandemia por COVID-19.
REFERENCIAS (EN ESTE ARTÍCULO)
Huenchuan S. COVID-19: Recomendaciones generales para la atención a personas mayores desde una perspectiva de derechos humanos (LC/MEX/TS.2020/6/Rev.1), Ciudad de México, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Publicación de las Naciones Unidas. 2020. Disponible en: www.cepal.org/apps
AFILIACIONES
1 Profesores Investigadores del Centro de Estudios en Salud, Población y Desarrollo Humano adscrito al Departamento de Ciencias Sociales del Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Universidad de Guadalajara (CUCS-UdeG),
2 Médico Cirujano y Partero. Integrante de la Línea de Investigación Ciencias Sociales, Psicología y Salud. Universidad de Guadalajara. México.
Conflicto de intereses: los autores declaran no tener conflicto de intereses alguno.
Financiamiento: los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo.
CORRESPONDENCIA
Dra. en P.S. María Elena Flores-Villavicencio. E-mail: marlencilla27@hotmail.comRecibido: 21/07/2022. Aceptado: 01/11/2022